EL TRASMALLO | Urracas mañaneras
El viernes el presidente del Cabildo, Pedro San Gines, salió al paso de cierta campañita que se traen algunos a costa del secretario general de la Primera Corporación, Francisco Perdomo. Ha hecho bien el máximo responsable de la citada institución al poner no sólo las cosas en su sitio, sino también a ciertos personajes grises de esta isla. A individuos a los que les parece mal que un ciudadano pueda denunciar a empleados públicos por presuntamente no cumplir sus obligaciones. Sobre todo si ese ciudadano es un empresario que no ha aceptado el chantaje en el que otros muchos han caído y siguen cayendo. Y nos da que conociendo a ese promotor no va ceder a esas amenazas, a pesar de que realmente por 900 miserables euros al mes se les hubiera cerrado la boca hace años. Lo cierto -y es lo que ha dicho el presidente del Cabildo- es que abrir diligencias informativas a distintos empleados públicos sólo significa que esos funcionarios tienen que aportar datos sobre la actuación que se denuncia. Ni más ni menos. Se hace con mucha frecuencia en las administraciones públicas. Ni significa que se les haya abierto un expediente sancionador a los citados empleados ni tampoco que se le haya dado la razón al denunciante o que se la vayan a dar en un futuro. Por el contrario, lo que pretenden estos personajes de la bancada triste es que San Ginés ni siquiera pida información a los funcionarios denunciados. Que esconda la denuncia del ciudadano en la gaveta y punto. Vamos, que lo que les gustaría es que el presidente pasara olímpicamente de la denuncia ciudadana, vulnerando así el principio fundamental de cualquier persona de defender sus derechos si cree que éstos han sido pisoteados. Es tal el odio que la bancada triste de Lanzarote le tiene a este promotor turístico que es capaz de hacer el peor de los ridículos aunque sea a costa de empañar el buen nombre de un funcionario público que sólo ha cumplido con su obligación. La suerte es que la gente sabe desde hace tiempo de qué pie cojean esas urracas mañaneras. Pero, sobre todo, conocen la rectitud de Francisco Perdomo. Un poquito de vergüenza, aunque sea ajena, por favor.