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Infoxicación por COVID

Por Israel Mallart, psicólogo

 

¿Has sentido «adrenalina» leyendo el periódico? Y con ella ¿una sensación de descontrol? Además, no dejas de ver cómo aumenta la incidencia acumulada de los municipios vecinos (o puede que el tuyo propio), y con ella tu sensación de ansiedad según avanzas en la lectura.

 

La «infoxicación» no deja de ser una palabra popular, resultante de la mezcla entre la palabra “intoxicación” e “información”. Y, aunque no se trata de un término científico, encierra una muy buena metáfora de la saturación a la que nos puede llevar un exceso de “saber”. El cerebro es ese órgano, que despierta pasión e intriga a partes iguales, encargado (entre otras cosas) del procesamiento de la información. Pero como cualquier otro órgano del cuerpo, tiene un límite. Si dejamos de comer cuando nos sentimos saciados, ¿Por qué no hacemos lo mismo con la información que “consumimos”? Ocurre que sentimos la necesidad de saber más y más, con el objetivo de reducir nuestro miedo a la desinformación y la incertidumbre. El hecho de “no saber” o no poder predecir ciertos acontecimientos nos asusta.

 

Lo que pasa es que consumiendo tanta información (muchas veces inútil y de muy mala calidad) ocurre precisamente aquello que queremos evitar: sentirnos angustiados. Esto ocurre porque existe demasiada información en internet, muchas veces falsa, otras veces inexacta y muchas otras se trata de información real pero presentada de manera extrema y catastrofista. En este punto podemos aplicar una frase muy conocida del refranero español: “más vale calidad que cantidad”. Para ello, evita posts de Facebook o Instagram, ya que estos suelen ser sensacionalistas con el objetivo de que se compartan masivamente y reciban muchos “likes”. A propósito de esto, dice Jorge Carrión en su libro “Lo viral” que a pesar de ser la época en la que mayor alfabetización hay, es “en la que menos tiempo y concentración dedicamos a discernir lo verdadero de lo falso”.

 

Por tanto, para entender lo que pasa a tu alrededor céntrate en un o dos canales de confianza, como puede ser tu periódico local o fuentes institucionales oficiales. Además, pregúntate si lo que estás leyendo te es útil de alguna manera. Si no lo es, descártalo ya que puedes dedicar ese tiempo a hacer algo más práctico (como leer una novela o realizar ejercicio físico). Por ejemplo, ¿es útil para ti conocer la incidencia acumulada de cada país del mundo, ver las gráficas de evolución de la pandemia, conocer los fallecidos, etc.? En principio no. Sería más útil intentar esclarecer las restricciones que existen en tu zona o ayudas a las que puedas acceder.

 

En conclusión, por el bien de tu salud tanto física como psicológica, no busques “saber más”. Busca saber mejor.

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