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La gran diferencia entre esperar la pelota o atacarla

 

Artículo de opinión de Guillermo Uruñuela, redactor Lancelot Medios 

 

  • Guillermo Uruñuela
  • Cedida
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    Nos estamos quedando atrás. No es una opinión, es una triste realidad. Lanzarote sigue sumergida en una espiral estanca que únicamente sirve para no desmoronarse por momentos sin generar un mínimo de ilusión de futuro. Por ahora no nos quebramos totalmente pero todo tiene un límite. En materia deportiva, que quizá sea la más perjudicada -no por ello la más imprescindible- nos situamos en una situación nefasta. Y no es un tema menor en contra de lo que muchos puedan pensar. El deporte es turismo, es salud, es economía y más aún si hablamos de nuestra isla que desde hace años ha sustentado su trabajo en vender las bondades de la isla para aquellos deportistas extranjeros.

     

    La suspensión del Rally Orvecame Isla de Lanzarote seguramente haya sido la gota que colmó el vaso pero sólo es una más de la ineficacia política, tanto a nivel insular como municipal, para gestionar esta pandemia. Las instalaciones han estado cerradas -no todas se encuentran operativas en estos momentos-, los chinijos han entrenado como han podido en la calle, en las avenidas, en las playas. Se ha negado la asistencia de público a pabellones -con las medidas oportunas- cuando la propia consejería de Sanidad había dado el ok. Y así, uno tras otro el cúmulo de despropósitos ha sido absoluto. 

     

    La situación es delicada, y eso a nadie se le escapa pero la diferencia entre gestionar, dentro de la complejidad, bien o mal la situación recae directamente sobre nuestros hombros.

     

    Los tres equipos más potentes de la isla -la UD Lanzarote, el US Yaiza y el San Bartolomé CF- han hecho malabares para sacar la cosa adelante. Pero no sólo eso. En una temporada -que arrancará esta misma semana- donde todos sabíamos lo complicado que les resultaría a las directivas formar planteles competentes han conseguido, las tres, sobresaliente en su cometido. 

     

    La UD Lanzarote ha atraído a un entrenador de máximo nivel, unos fichajes foráneos con un cartel importante y todo lo que rodea al club, más allá de los resultados, pinta francamente bien. Uno lo ve desde fuera y da la sensación de encontrarse ante un club serio tal y como se le presupone a la institución rojilla.

     

    El US Yaiza, en Preferente, tras un año duro después del descenso, cuenta con una de las mejores plantillas de las últimas temporadas con tres jugadores que serían titulares en el noventa por ciento de equipos de Tercera. ¿Cómo lo han conseguido? No lo sé pero yo valoro el resultado, no el proceso.

     

    El San Bartolomé CF, después del salto de categoría del año pasado... más de lo mismo. La directiva se ha volcado en conformar una plantilla de gran nivel, con jugadores contrastados. Han logrado patrocinadores, socios y empresas que apoyen su causa. Se han pateado las calles y han conseguido involucrar a todo un municipio.

     

    Y en ese símil deportivo-político la única diferencia que encuentro a la hora de gestionar un club de fútbol o un área determinada de la administración es que los primeros están ahí porque quieren y los segundos porque lo necesitan. 

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