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La valla traicionera

La fuente de las mariposas

 

 

  • Lorenzo Lemaur Santana
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    Conozco un sencillo test psicológico en el que te preguntan, entre otras cosas, qué haces si en un camino por el bosque, que previamente te han guiado para que describas, te encuentras con un árbol caído.

     

    Dependiendo de lo que respondas se interpreta cuál es tu actitud en la vida ante los problemas con los que te vas encontrando.

     

    Unas (para tener contentas a Irene Montero y Margarita Robles) lo rodean, otras lo saltan, otros se sientan y no siguen.

     

    Algunos, pocos (las cosas malas vamos  ponerlas en masculino), siguen, sin reparar en la valla (no pongamos el masculino árbol u obstáculo) y se estallan. Se matan o arruinan su vida. La suya, la de su familia y la de las personas que lo quieren.

     

    Sorprendentemente, cuando le lía el borrador de este artículo a la persona que me lo inspiró, para en su caso obtener su consentimiento y publicarlo, ella; me interrumpió y me dijo: "Yo lo partiría en trozos y lo usaría para hacer fuego, pero lejos de las personas. Para que no se queme nadie". Sorprendente. Al menos para mi gusto.

     

    Volviendo a la línea argumental, en la realidad, en la práctica deportiva, en una carrera de vallas, lo correcto (siempre se hacer) es poner las vallas de forma que si las tocas se caigan en el sentido en el que vas corriendo. Para no tropezar, caerte, perder el ritmo de la carrera o hacerte daño.

     

    A una de mis mejores deportistas, la que me inspiró esta reflexión, le ocurrió, en una ocasión, lo contrario. Lo cuenta en su libro "Dongui" su profesor de la asignatura de educación física en el colegio: en una carrera de vallas le pusieron una al revés. Tropezó con ella y se cayó. 

     

    Eso, en sí, fue una anécdota. Pero, lamentablemente, la vida también la traicionó. Las cosas de la vida la llevaron a tropezar, sin darse cuenta de que ese peligro estaba delante: la droga. Y en ella quedó. En ella lleva más de veinte año.

     

    Pero, las cosas en la vida no necesariamente son para siempre. Quienes la queremos estamos en el intento de que vuelva a correr por el camino de la vida, con el coraje, la técnica, el entusiasmo y la elegancia con la que en otro momento lo hizo.

     

    Les contaré. No esperen información demasiado pronto. Estas cosas llevan tiempo y paciencia. Y cariño. Nosotros, creo, tenemos las tres cosas.

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