PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Lanzarote ignora la ignorancia

Por Las Desinquietas


Canarias, conejeros, todas y todos los que tanto nos enorgullecemos de nuestra libertad, que presumimos de carácter y de entereza, ¿dejaremos que nos tomen por idiotas?


La voz racista, xenófoba y estrepitosa de un puñado de personas, transmitida alegremente por un par de medios cómplices, intenta, a base de mentiras, camelarnos e impedir que se escuchen nuestras palabras.

 

¿No se decía de los habitantes de las islas que éramos muy tolerantes y abiertos? ¿Que estábamos a la vanguardia de la defensa de ciertas libertades? O ¿debemos concluir que la amabilidad es un rasgo que ya pertenece al pasado? Porque, en medio de semejante tsunami de comentarios odiosos, violentos y gratuitos, las palabras acogedoras y tiernas ya no se atreven a fluir.

 

Y la histórica diversidad canaria, ¿cómo se queda? Música, artes plásticas, danza, cocina, artesanía, habla, conocimientos, etc. son frutos venidos de África, de Europa, de América. ¿No será que, a fuerza de blandir una bandera más que nacionalista cual estandarte se nos está olvidando el hermoso nacimiento de nuestra cultura?

 

Nosotras que soñábamos con la Atlántida y demás ciudades sumergidas, resulta que es otra clase de muros la que algunos quieren ver surgir del fondo de los mares.

 

La historia de las personas está hecha de migraciones: por curiosidad, por avidez, por miedo, por sed, por hambre o para encontrar un mundo algo mejor... Bastó con una regla, un lápiz y un exceso de poder para recortar tierras, mares y erigir fronteras virtuales.

 

¿Por qué tengo yo el derecho de circular a mi antojo cuando mi vecina, mi amiga no puede hacer lo mismo? ¡Menudo privilegio el de nacer en el lugar, en el momento y con el color «adecuado»!


No hace tanto —nuestras abuelas y abuelos, nuestros padres y madres así lo recuerdan— medio millón de españoles, el miedo en el cuerpo, cruzaron los Pirineos durante «La Retirada» (en 1939). Seres humanos, con su historia, sus vivencias, sus familias, sus sufrimientos y sus sueños.

 

Exiliarse, migrar, desplazarse debería de ser un derecho universal. No obstante, ayer, viernes 25 de septiembre 2020, en las calles de nuestra capital, activistas de la extrema derecha alteraron con ruido y sofoco la serenidad del atardecer a golpe de bocinas y tubos de escape. Esta manifestación ofensiva, convocada el mismo día de la huelga mundial por el clima (sic), autorizada por la Delegación del Gobierno y anunciada en complacientes periódicos, exigía que las personas migrantes sean "deportadas" de Canarias, sacadas de los hoteles, abandonadas a la calle.

 

Seres humanos, con su historia, sus vivencias, sus familias, sus sufrimientos y sus sueños… Personas a las cuales no se les da la palabra pero sobre quienes se despotrica en nombre de la «libertad de expresión»… Las y los organizadores de la farsa del viernes dicen que si nos cuesta pagar el alquiler, llenar la nevera y llegar a fin de mes es por culpa de las personas migrantes. Avanzan datos erróneos, sin contrastar, para tratar de sumarnos a su causa. Pero su causa no es luchar contra la pobreza de los canarios. Su causa es el racismo. Simplemente.

 

Esta manifestación ha sido un intento fallido de decirle al resto del mundo que Lanzarote es un lugar racista, cerrado, xenófobo. Pero aquellos sueños de apertura de mente y de diversidad cultural no solo existen en nostálgicas guías turísticas. Mientras los manifestantes engalanaban sus coches con banderas y pancartas, en Caleta Caballo, el pueblo ofrecía leche, agua, galletas y mantas a 29 personas llegadas en patera.

 

Lanzarote ignora a la ignorancia.

«Lo que más me gusta de mí son los demás». (Chan Marshall)

«En una sociedad racista no basta con no ser racista; tenemos que ser antiracista». (Angela Davis)

 

Comentarios (12)