¡Ni gratis!
Por Antonio Coll
Resulta paradójico que ante el ofrecimiento, desde Lancelot Radio, del presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, de ofrecerle gratis la explotación de los bares y restaurantes de los Centros Turísticos a los trabajadores, el comité de empresa haya dicho no por activa y pasiva. Encima, este miércoles han vuelto a rechazar la propuesta de la dirección de los CACT, sobre el nuevo convenio colectivo que, a todas luces, estaba muy bien reglado para continuar con sus “privilegios”. Pero no. El Comité de Empresa sigue “mareando a la perdiz” y solicita de nuevo volver a la mesa de negociación, después de haberse celebrado ¡36 reuniones! sin acuerdo ni ceder en la propuesta de trabajar media hora más (un total de 40 horas semanales) y acogerse las nuevas contrataciones al convenio de hostelería provincial. En el actual convenio, los trabajadores ganan más de un 40% en relación a un trabajador privado del mismo sector. En los últimos 10 años, y según palabras del mismo presidente San Ginés, la empresa acumula un déficit de 35 millones de euros en la explotación de bares y restaurantes. No sé ya las veces, en mi larga vida periodística, que expongo mis convincentes razones, en referencia a la imposibilidad de que la restauración de los Centros puedan vivir bajo el manto de un modelo estructural económico, absolutamente obsoleto, corporativista y una plantilla sobredimensionada, con un convenio colectivo imposible de asumir por cualquier empresa sean públicas o privadas. Por otro lado, la restauración de los Centros es hoy un servicio que no tiene sentido que lo explote una administración pública, porque no está en el ámbito de sus competencias. Es más, en la nueva Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, una empresa con capital público no puede contraer pérdidas por un periodo de dos años consecutivos, sin someterse a un plan de viabilidad, ya que en caso contrario, es obligación de los gobernantes, cerrar la empresa. En este sentido, el Cabildo tiene que dividir la empresa y definir la explotación de la restauración y la propia explotación de los Centros. Hace bien Pedro San Ginés en anunciar que, en caso de no llegarse a un acuerdo, dirigirse al Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas, para aclarar una tensa situación, que percibo, se va a escenificar y desarrollar por un camino muy “empedrado”.
Es cierto que parte de culpa de la insostenible viabilidad de la restauración de los Centros, hay que hallarla en los gobernantes que, en diferentes etapas, dirigieron el Cabildo de Lanzarote, con algunas excepciones y periodos. Es cierto que determinada clase política dirigente, en varias legislaturas, permitieron y firmaron convenios abusivos para las arcas públicas y viciados en favor del clientelismo y supuesta captadora de bolsas de votos. Ya, entonces, estaban saltando todas las alarmas, anunciando el tenebroso panorama que se avecinaba si no se tomaban medidas de viabilidad y sostenibilidad. Pero como en Inalsa, o el cuento del lobo, la “quiebra” llegó y, ahora, el gobierno insular es cautivo de un comité de empresa, cuya línea de actuación ya conocemos desde hace bastante tiempo, aunque percibo que cada vez está más acorralado, porque incluso otros sindicatos minoritarios y una gran parte de la buena clase trabajadora, están por llegar a un acuerdo y “amarrar” su futuro aunque sea cediendo, en las “conquistas” laborales de antaño.
La última escenificación del Comité de Empresa, increpando, insultando y prohibiendo a las cámaras de Lancelot Televisión de grabar su última reunión, es un atentado más contra la libertad de expresión. Coartar el derecho a la información a un medio de comunicación, es ir contra toda la sociedad civil lanzaroteña que, con los impuestos de sus pobladores, mantienen un servicio público innecesario y totalmente desleal con la iniciativa privada. Las amenazas de determinados componentes del “comité-rebaño” sindical no es nada nuevo bajo el sol de Lanzarote. El propio Consejo de Administración de los Centros ya vivió hechos desagradables muy similares.