Domingo, 14 Diciembre 2025
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SI LE DIGO LE ENGAÑO. Por Miguel Ángel de León

Como me ha tocado ejercer en los últimos días de anfitrión conejero de una poeta (no la llamen poetisa, por caridad cristiana, que tampoco existen los poetisos, diga lo que diga la bobata Aído), y como ella también viene de un país americano e hispanohablante, se me ha debido pegar algo porque me ha dado por destrozar afamados poemas de autores sudamericanos cuyos versos me tientan a reconvertirlos en ripios sobre la inminente realidad electoral que se avecina en el horizonte de los días, allá por lontananza, como dicen los cursis. El que sigue lo he titulado “Canción triste del candidato”, y puedo prometer y prometo que será el primero y el último que publicaré por aquí. Ustedes me perdonarán, que ya sé que me he tomado excesiva licencia poética (por llamar de alguna manera al atentado que pueden leer a continuación):

Quítame el pan,
si quieres.
Quítame el aire,
pero no me quites
de la lista,
porque me moriría.

No me quites la rosa,
aunque ya no quede nada
del PSOE y aquella cosa
que lo representaba.

Mi lucha es dura
y vuelvo con los ojos
cansados
a veces de haber visto,
con esta mi caradura,
la tierra que no cambia,
pero al entrar tu voto
allí por la rajita
de la bella urna de cristal,
renazco de las cenizas,
como el Ave Fénix,
y abre para mí todas
las puertas de la vida.

Votante mío,
amor mayúsculo,
en la hora más oscura
desgrana tu risa,
y si de pronto
vez que mi sangre mancha
las piedras de la calle,
ríe, porque tu risa
será para mis manos
como una espada fresca.
Tan fresca como mi
conciencia.
Tan acerada
como mi cara.

Junto al mar en otoño,
allá por Guacimeta,
entre chibichangas y tetas,
tu risa debe alzar
su cascada de espuma,
y en primavera,
amado votante,
quiero tu apoyo
como la flor
que yo esperaba.
La flor azul,
la rosa
de mi patria sonora.

Ríete de la noche,
del día, de la luna,
de la moral,
de las buenas costumbres
y de la rectitud social.
Ríete, votante,
de las calles torcidas
de esta pobre islita
sin gobierno conocido.
Ríete de este torpe político
que te quiere
porque me votas
(que si no, )de qué y para qué?).

Pero cuando yo abro
los ojos y los cierro,
cuando mis pasos van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan,
el aire,
la luz,
la primavera,
pero tu voto nunca,
porque me moriría.

[NOTA AL MARGEN: Con mi sincero agradecimiento post mórtem a Pablo Neruda, al que le pido disculpas desde el más acá, allá donde él se encuentre ahora, por el estropicio perpetrado contra sus versos sublimes. La intención era buena, maestro]


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