Domingo, 14 Diciembre 2025
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EL FORO DE LOS BALBOS.

Por Mar Arias Couce

Los jueves, día de cierre del semanario, cuando llego a mi casa por la noche, los niños ya están durmiendo, y al día siguiente cuando se despiertan me preguntan que por qué los jueves no quiero estar con ellos. Los niños no entienden que haya que trabajar para poder vivir, y a decir verdad es normal que no lo entiendan con lo bien que se estaría viviendo de maravilla y disfrutando todo el rato de la gente que quieres. Pero como las cosas son como son, y el trabajo, dicen, dignifica, pues hay que seguir trabajando. Así que para paliar un poco la mala conciencia, cada viernes les sorprendo con alguna tontería que compro en la gasolinera y así, de paso, me llevo los besos extras que me perdí el día anterior. Bueno, en realidad hablo en plural, pero es falso: comprar, comprar, sólo le compro algo al mayor porque el otro, por el momento, no se entera de nada y se conforma con que me lo coma a besos en cuanto abre los ojos por la mañana. No es por ser miserable pero si el niño no pide, pues ya se sabe… El caso es que hemos empezado a hacer la increíble colección, a tres euros el sobre cerrado, de los increíbles (increíblemente feos) Gormittis o señores de la naturaleza. Un éxito, total. El único problema es que el niño no entiende el asunto de fondo de estas colecciones: qué como las compras en sobres cerrados, nunca sabes qué muñeco te va a tocar y sigues comprando y comprando hasta tenerlos todos, cosa que, en ocasiones, no ocurre nunca. “La semana que viene me traes el señor de la tierra, ¿vale mami?”. “Es que el sobre está cerrado”. Como si oyera llover. “Bueno, pues me traes el sobre cerrado con el Señor de la naturaleza, dentro, ¿vale?”. “Pues bueno”, concedo porque sé que discutir ciertas cosas con un niño de cuatro es inútil y, además, muy largo. A la semana que viene le despierto con el correspondiente sobre cerrado y al abrirlo aparece cualquier otro personaje, y digo otro porque yo creo que él quiere no existe y es el viejo truco para que nunca dejes de comprar sobres. “Qué bien mamá”, dice él que es de buen conformar, “el señor del agua, como me gusta. Pero la semana que viene me compras el de la tierra, ¿vale mami?”. Mira tú, para estás cosas servía la visión por Rayos X que tenía Superman (siempre me he preguntado para qué demonios le servía a ese hombre semejante poder en su vida diaria…, pues para comprarle cromos a los hijos). Entonces podría entrar en la gasolinera y de un vistazo descartar los muñecos que ya tuviéramos (ya me incluyo en la colección) y elegir sólo los buenos. En fin, me veo, tal y como hacía mi padre cuando yo era niña con los cromos que yo coleccionaba, cambiando los repetidos con los compañeros de trabajo. Por cierto, si alguien tiene el Señor de la Tierra, ya saben dónde encontrarme.


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