Domingo, 14 Diciembre 2025
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EL FORO DE LOS BALBOS. Por: M.A.C.

La crisis económica mundial no desiste y sigue apretando tanto los cinturones de medio país, que ni la célebre mami de “Lo que el viento se llevó” le dejaba una cinturita más esbelta a la sufrida Escarlata O´hara. En Lanzarote, isla con una cesta de la compra que siempre anda más cerca de las nubes que del bolsillo de los consumidores, la cosa está también muy mal. Llegar a fin de mes se está convirtiendo en una odisea con la que no se hubiera atrevido ni el mismísimo Ulises. Mi hijo mayor ya empieza a estar un poco aburrido del incremento notable en el menú del arroz y la pasta (muy variada, eso sí, que una es muy apañadita, pero pasta y arroz al fin y al cabo). El pequeño no se entera de nada, y como no se puede discutir con él, sigue comiéndose los yogures como si fueran aceitunas. En el supermercado ya me miran un poco raro cuando me ven salir con ‘tropecientosmil’ para volver a los dos días a por más. ¡Qué le vamos a hacer! Hay niños que tienen pesadillas, otros son agresivos, otros no comen y algunos no hablan. El mío come yogures como si le fuera la vida en ello y, oye, la verdad es que es todo un campeón. Lástima que no hagan un Ironman sobre el tema y otorguen un premio en metálico porque ése sería un triunfo seguro. En cualquier caso, probablemente el banco se quedaría con un 75% del premio del niño y nos permitiría, a cambio, seguir respirando, con un tipo de interés variable, eso sí. A veces me dan ganas de hacerme con un terreno, plantar verduras, comprarme una vaca y un par de gallinas y aprender a pescar, y empezar a subsistir en plan Juan Palomo, osea “yo me lo guiso, yo me lo como”. Pero siendo objetivos, seguro que la gallina se acabaría comiendo la mitad del huerto y luego, con la panza llena del atracón de tomates y pepinos (hay que hacerles mucha publicidad que los alemanes nos los han dejado para el arrastre a los pobres) acabaría cayendo al mar y, en lugar de una vieja o un mero, picaría una gallina rellena de pepinillos (extraña combinación). Y tampoco sé como hacer yogures, una vez ordeñada la vaca, si es que soy capaz de llegar a tanto. En fin, no soy muy optimista con mis dotes de granjera. Tampoco soy muy optimista con el futuro de la economía, y la idea de volver a guardar los cuatro euros que tenemos debajo del colchón… no me seduce demasiado. Tal vez la solución, a corto plazo, más lógica para reducir un poco los gastos mensuales sea comprarme una yogurtera y enseñarle a mi hijo, que aún no ha cumplido dos años, a utilizarla para que se sirva el mismo. No sé, no lo veo muy claro, a ver si consigo meter un agujero más al cinturón y empiezo a reciclar la ropa que llevaba cuando hice la primera comunión que igual se vuelven a poner de moda los vestidos de nido de abeja. Cosas más raras se han visto.


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