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OPINIÓN. El baile de los (vampiros) tránsfugas

SI LE DIGO LE ENGAÑO. Por Miguel Ángel de León

Hacía tiempo que no se veía tanto tránsfuga por metro cuadrado en esta pobre islita rica sin gobierno conocido. Y ahora acaban de aparecer todos, juntos y revueltos, abandonando sus antiguos partidos y siendo presentados por todo lo alto de su bajeza, el mismo día y casi a la misma hora, en los partidos-aspiradora que los recibe como si fueran o fuesen rutilantes fichajes de invierno, cuando que no son más que tuercebotas ideológicos y oportunistas de toda ralea y condición. Otro bonito ejemplo, a fe mía, para llamar a la abstención activa y razonada.
La precampaña electoral de 2011 será –está siendo ya- muy dura. Y la campaña propiamente dicha ni te cuento. Todavía no has visto nada: el uso torticero de la publicidad institucional (incluso cuando apenas hay un duro, y mucho menos un euro, en las arcas públicas para permitirse determinados lujos promocionales y de propaganda), los boicoteos a los actos del rival y demás marrullerías son mero fuego de artificio comparado con lo que está por llegar. Hasta que todo esto desemboque, como de costumbre, en el gran triunfo de la abstención, allá por mayo del año en curso, veremos casi de todo, y casi nada bueno. El que avisa no es traidor sino avisador.
Hablar de transfuguismo en la infrapolítica lanzaroteña es pura redundancia, reiterado pleonasmo, pues no hay partido –y casi ni político- que no haya sido tocado por ese virus corrompido y corruptor. No me pidan nombres aquí y ahora porque no me iban a caber todos en la columna. En una isla donde el transfuguismo es principal santo y seña de la política local, parece hasta lógico que hayamos tenido episodios de traiciones ideológicas (es un decir) para todos los gustos y disgustos. En Teguise se dio el afamado pacto de las tuneras (primer caso registrado de transfuguismo en Canarias), y también en la vieja Villa, como ya hemos recordado aquí mismo en varias ocasiones, se escenificó años después el no menos esperpéntico y bochornoso episodio en el que, justo a la hora de la toma de posesión de su acta como concejal del sustituto de Miguel Ángel Remedios como teórico nuevo edil del PP, va el hombre, de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme, y jura el cargo alegando que toma posesión del mismo como nuevo miembro (con perdón) de Asamblea Conejera, o nombrete similar.
Lo que menos importa es conocer el nombre y los apellidos del último tránsfuga de turno o el concreto partido que sufre la indisciplina o el que se beneficia de la misma. Tanto da y tanto monta, pues en Lanzarote, como queda dicho, todos los partidos han sufrido indisciplinas similares y se han beneficiado de las mismas en un momento u otro, como es triste fama, y apenas queda ningún concejal o consejero que no haya chalaneado al modo antes o después. Es el bonito ejemplo que nos dan, a cada paso, estos políticos a los que todavía algunos conejeros (el 50%, aproximadamente) prestan su voto y su confianza en las urnas, sin sufrir remordimientos de conciencia, porque tiene que haber gente para todo.
Los partidos, en su conjunto y salvo alguna contada excepción que al cabo no viene más que a confirmar la maldita y dolorosa regla, se merecen el castigo que están a punto de aplicárseles en la urna dentro de unos meses. Se han ganado a pulso ese rechazo social. Todos, casi sin excepción, lo han hecho peor que mal. No me pidas siglas, que las conoces igual o mejor que yo. Que el diablo los confunda a todos ellos, tirios y a troyanos. Y que nos dejen en paz los que siempre andan en guerras inútiles cuyo coste encima pagamos todos.

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