OPINIÓN |El relanzamiento de Lancelot
SOLUCIONES IMPOSIBLES. Por José Ignacio Sánchez Rubio
Desde que iniciamos esta sección de Soluciones Imposibles, hemos tratado de presentar, de forma contradictoria a la ejecutoria de nuestros políticos, soluciones razonables a los múltiples problemas que agobian a nuestra sociedad, en la convicción que de nunca se pondrían en marcha, y de aquí el título de la página. Y para elaborar soluciones, de la primera premisa que hemos de partir es que la situación general de nuestro país, no es otra cosa que la suma de las situaciones particulares de los que lo integramos.
Por eso, ha de ser perfectamente comprensible que ninguna solución global nos va a sacar de este marasmo y, por el contrario, la solución que cada uno de nosotros pongamos a nuestras cuitas es la que, de manera consolidada va a conseguir enmendar la deriva de nuestro rumbo.
Por ello, hoy voy a hablarles de Lancelot; este medio escrito que forma parte del sistema de comunicación del que muchas personas, residentes en y fuera de Lanzarote, se valen para tener información puntual de lo que aquí acontece y de lo que opinamos propios y extraños.
La crisis económica que nos azota, no ha hecho distingos con esta publicación que, mayoritariamente, leen en nuestra isla. Ciertamente, lo hemos estamos pasando mal, económica y financieramente hablando. Y, probablemente por ello y también, por que no decirlo, por la perversidad destructiva que anida en muchos, hace ya unos cuantos meses que se corrió el bulo de que Lancelot se cerraba. Ese bulo se fue transformando por mor de la catadura de esos indeseables de los que les hablo y se transformó en una operación, en virtud de la cual era un grupo de empresarios el que se hacía cargo de este semanario; y la especie culminó, hace escasos días, cuando se llegó a decir que Lancelot no saldría mas a la calle.
Pero el movimiento se demuestra andando y, según dicen, la mentira tiene las patas muy cortas. Durante algunos meses, lo que desde la dirección de Lancelot se entendió es que, ante nuevos tiempos, hay que evolucionar y adaptarse a ellos, modificando estructuras y criterios. A eso, amigos lectores, se le llama dirección de empresas. Y lo digo, en esta tierra de nuestros amores y nuestras fatigas, en la que muchos, mal llamados empresarios, cuando las ven venir torcidas, optan por cerrar la empresa, dejando en la estacada y sin cobrar a empleados y acreedores, sin sentir el mas mínimo remordimiento de conciencia; tal vez, porque carezcan de ella.
Pues bien, como señalo, la dirección de Lancelot no optó por esa solución descaradamente inmoral, cuando no ilegal, y se puso manos a la obra. El resultado lo van a ver y a disfrutar ustedes en breve. Se ha, casi, culminado un proceso de reorganización interna con el que, gracias al esfuerzo y entusiasmo del personal de Lancelot, que es su verdadero capital, acompañado de una fuerte inversión en un sistema de impresión digital de última generación, pondrá en solfa, mofa y befa a ese grupo de agoreros, mas aficionados a darle a la manivela de radio macuto que a trabajar para que tengamos una sociedad mejor.
En esta nueva época, en Lancelot se va a propiciar el que nuestros niños aprendan como se hace un periódico, mediante el establecimiento de un sistema de visitas guiadas en las que, los propios chinijos se convertirán en reporteros por un día y podrán editar ellos mismos su periódico infantil.
A diferencia de otras soluciones imposibles, como las que hemos propuesto para la resolución de problemas generales, esta solución no sólo ha sido posible, sino que podría marcar la pauta del comportamiento de nuestros empresarios para que se decidan a innovar sus empresas y a imprimirles el dinamismo que requieren; para que, sumando esfuerzos, consigamos acabar con esta maldita crisis. Porque entendemos que los problemas generales hay que resolverlos por la vía de la división de cuestiones y no de su síntesis. Cuando nuestros empresarios, como digo, decidan lanzarse a renovar sus empresas con soluciones imaginativas y modernas, habremos empezado a salir de la crisis; y no antes.
Abogado, economista y sufridor.