Domingo, 14 Diciembre 2025
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DESDE MI ISLA ATLÁNTICA. Por Antonio Coll

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno del Reino de España, por fin recibió al presidente de los últimos territorios de ultramar -Comunidad Autónoma de Canarias-, Paulino Rivero, después de seis meses de espera desde la toma de posesión del primer ministro español quien había recibido a todos los presidentes de las comunidades autónomas a excepción de los de Asturias y Andalucía -por estar en curso sus elecciones autonómicas-.

Soy escéptico, y disculpen que lo sea, de este primer encuentro. Si afirmara que se normalizarán las relaciones entre Canarias-Estado y que el gobierno de Rajoy, con mayoría absoluta en Madrid, vaya a atender las imperiosas necesidades de la última ‘colonia’ española, estaría mintiendo porque percibo que la situación seguirá igua al menos hasta los próximos presupuestos. Es cierto que el gobernante popular tomó ‘buena nota’ de lo expuesto por Rivero, pero matizó que la “mejora de las inversiones para las islas” se aplaza al 2013. No deja de ser un guiño, pero sin contenido ni garantías.

Los recortes aplicados por el Estado a Canarias de más de 800 millones de euros se pueden interpretar como un ‘castigo’ por el pacto CC-PSOE en el Gobierno de Canarias y en otras corporaciones locales e insulares. Cuando José Manuel Soria fue nombrado ministro, me alegré como canario. Sólo espero que Soria no se haya convertido en esa ‘mano negra’ para Canarias, como así lo insinúan determinados sectores empresariales y políticos. El político grancanario sabe que su electorado está aquí, además de ser su “patria chica”. Sería de ‘genio maléfico’ entorpecer las relaciones entre el Gobierno Español y el de Canarias y peor si por ‘resentimiento’ intentara perjudicar a las islas en el ámbito de inversiones y otras cuestiones de interés para las islas. Yo no lo creo. Percibo a Soria como un político inteligente, si bien es verdad que no lo conozco suficientemente para ofrecer una opinión objetiva.

No obstante, si quiero recalcar una vez más que las singularidades y especificidades de las islas no se han tenido en cuenta. De poco o nada sirve anunciar cumbres o comisiones bilaterales si no hay voluntad expresa de revisar de forma urgente el sistema de financiación autonómico canario, la reforma del obsoleto Régimen Económico Fiscal (REF) y, por supuesto, el firme convencimiento de que Canarias necesita una plena autonomía, para ir avanzado en convertirse en un Estado Libre asociado, si se quiere, al Reino de España. Todo lo demás es mendigar y estar a expensas de los gobiernos españoles de turno que no entienden o no quieren saber que Canarias es un archipiélago situado a miles de millas de la metrópolis y que necesita más que nadie una soberanía para afrontar su futuro en una nueva era que se ha iniciado y donde nuevos modelos económicos se están impulsando porque ya la experiencia demuestra, y a los hechos me remito, que Canarias no puede seguir de ninguna manera en la actual situación ‘colonizadora’ que frena y paraliza su desarrollo y el bienestar de sus pobladores.

Lo que está comprobado es que Canarias no necesita a España para afrontar su futuro con éxito. La relación de Canarias con España sólo sería el reconocimiento del Rey Juan Carlos como Jefe de Estado y del Ejército. Todo lo demás sobra. Canarias no puede seguir manteniendo cinco administraciones: central, autonómica, provincial, insular y municipal. No puede seguir costeando, en su parte proporcional, 47 aeropuertos, de los que 30 son deficitarios, por no decir inoperativos por falta de clientes. Una red de ferrocarriles de altos costes sin que los canarios podamos utilizarla. 3.200.000 empleados públicos de los que, según las exigencias de la UE, sobran más de dos millones. Y para qué seguir…

Los grandes problemas de Canarias seguirán sin resolverse porque también es cierto que la clase política insular no está preparada para ver la realidad y menos para tomar conciencia. En Lanzarote, obras de vital importancia de nuevo serán ralentizadas o descartadas. Por ejemplo, la circunvalación de Arrecife que es posiblemente la infraestructura más importante de Canarias para su materialización, como también lo es la potabilizadora V. La ministra española de Fomento estuvo en Gran Canaria y Tenerife recientemente pero no la trajeron a Lanzarote. Un grave error de José Manuel Soria. Lanzarote en las últimas elecciones generales dio un respaldo mayoritario al PP. Y así nos pagan. La indignación en la isla hierve porque percibe que Lanzarote sigue siendo maltratada, con la complicidad de una clase política insular incapaz de plantar cara a los gobernantes autonómicos y de Madrid. Esta es la triste realidad.

Ahora Arrecife vuelve al epicentro de la actualidad y es el cuento de nunca acabar. El escándalo que no ha cesado desde hace mucho tiempo ya casi no conmociona porque se ha convertido en algo habitual. Esto es lo que hay. Existe una epidemia desde hace mucho tiempo, muchos años y las vacunas no llegan o son ‘desviadas’.

En este país se ha implantado el monopolio de la mediocridad y ello conlleva la falta de ideas para resolver los graves problemas existentes. Al final los trabajadores privados, las pymes, emprendedores y autónomos pagan los derroches y los altos costes de un monstruoso aparato público que nos exprime con más impuestos y recortes en la sociedad llamada del ‘bienestar’. Lo peor de todo es que los mismos que crearon la crisis siguen dirigiéndonos. Al menos, eso parece.


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