OPINIÓN | ¡Felicidades Mamá!
Por Natalia Ródenas
Madre no hay más que una, ¡Que gran verdad es esa! Y que difícil es serlo, es posiblemente la asignatura más difícil de la vida para la que no nos han dado ni libro ni instrucciones, la única herramienta que tenemos para solucionar la gran cantidad de dudas que se nos plantean a lo largo de la vida es eso que llaman el “instinto maternal”. Llegas un día a un hospital con una barriga enorme y sales a los cinco días (dependiendo de como te haya ido la experiencia…) bastante más planita, con un precioso bebé entre los brazos y… ¡A la aventura…! Olvídate de ese mágico timbre que tenías pegadito en la cama de la clínica que te salvaba la vida cada vez que tu bebé lloraba o tenías algún problema. Vas a tener que aprender a interpretar el sonido de todos y cada uno de los llantos de tu retoño, pero tranquila…a base de eternas noches en vela conseguirás adivinar si tu bebé tiene hambre, pis, sueño, dolor de barriga, tontería…o simplemente ganas de que su dulce mamá no eche esa ansiada cabezadita. Las mamás de antes, como la mía, nos enseñaban a razonar desde que éramos muy pequeños, cuando le preguntabas algo, su respuesta siempre era la misma: “Porque lo digo yo”, nos nombraban santos que no habías oído nunca como “San se acabó”, y ya nos daban lecciones sobre los sinónimos antes de empezar en la escuela, cuando te decían “Como no te portes bien, te voy a dar una galleta…”, por el tono en que lo hacía ya te imaginabas que no iba a ser una de las del bote rojo. ¡Esas madres de antaño que valiosas eran! Eran expertas en economía doméstica, que con un pollo conseguían hacer la comida, la cena y la merienda de toda una semana, y más expertas aún en economía familiar, que con el pequeño sueldo del marido lo estiraban de tal forma que conseguían llegar a final de mes e incluso ir de vacaciones una vez al año… Otras, tuvieron que trabajar duro para sacar a sus hijos adelante, solas y sin los medios que tenemos ahora…Eso si se merece un reconocimiento. Las mamás de ahora, son la generación de las llamadas “superwoman” y no es para menos, les faltan horas a sus días para hacer todo lo que tienen marcado en sus ocupadas agendas. Desde primera hora de la mañana ya están organizando la casa, preparando desayunos, llevando niños al colegio, corriendo a ocupar sus puestos de trabajo, haciendo la compra al mediodía (el único hueco que tienen para descansar o comer), vuelta al trabajo, vuelta al colegio a buscar a los niños, repartirlos en las actividades extraescolares, volver a recogerlos y a casa…. ¿A descansar? Nada más lejos de la realidad…Empieza la maratón de la tarde-noche; ayúdales en las tareas, sigue con tu trabajo (si te lo has llevado a casa), prepara baños, cenas…y por fin tienes un ratito para ti, a las once de la noche…Y todo eso sin olvidar, que tienes que estar perfectamente conjuntada todo el día, corriendo sobre unos tacones de ocho centímetros (es una verdadera hazaña), y con una sonrisa de oreja a oreja.
Quería dedicar este artículo a todas las madres, las de antes y las de ahora, por el esfuerzo diario que hacen por sus hijos, y muy especialmente a la mía, que aún en la distancia tiene el inmenso poder de hacer que la sienta como si la tuviera al lado cada día, ese poder que solo tiene una madre. ¡Feliz día de la Madre!