Domingo, 14 Diciembre 2025
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El FORO DE LOS BALBOS

M.A.C.

Se acaba el verano. Terminan las vacaciones (para quiénes ya las hayan disfrutado) y comienza la tortura económica de los sufridos progenitores que esperamos, como el reo espera la hora de su ejecución, la llegada de septiembre y el comienzo de las clases. Y es que el hecho en sí de que los niños vuelvan al colegio no está mal. Al contrario, está muy bien. Después de dos meses prácticamente en estado salvaje (no nos engañemos, por mucho que uno intente inculcarles disciplina y educación, le hacen mucho más caso a la Señorita X, que es maravillosa, listísima y sabe un montón de todo) va siendo hora de que vuelvan a la rutina diaria, a los deberes y a los juegos propios de un centro educativo. El problema es, sobre todo en estos tiempos tan ariscos con la economía familiar, el desembolso que supone equipar a los infantes para los meses que vienen por delante. En otros lugares tienen la oportunidad de recurrir a las ofertas de los grandes centros comerciales y adquieren cinco pares de calcetines al mismo precio que a nosotros nos cuesta uno. Eso sí, buenísimos, pero a los dos meses están igual de destrozados que los baratos. Es cierto que el dinero que nos gastamos en libros y en ropa no es tanto, si lo comparamos con el que muchos padres se gastan en videojuegos, juguetes u otros caprichos, pero también lo es que no está la cosa para mucho dispendio y la segunda cuesta del año (la primera es la de enero, recuerden) se nos hace cada vez más penosa. De hecho, yo no sé que pasaría si Dios no hubiera puesto en la tierra a esos seres llamados abuelos que nos vienen, invariablemente, a sacar las castañas del fuego cuando están a punto de quemarse. Mi otra opción hubiera sido rescatar la ropa del año pasado, pero claro, nadie diría que mi hijo mayor era en 2009 un alumno de primero de Infantil. Todo apuntaría más bien a que se trata de la ropa de un guerrillero (bajito, eso sí) en plena batalla en medio del trópico, dados los desgarrones, manchas imposibles y destrozos varios de su indumentaria. Vamos que, salvo como trapos para el coche, resultaría complicado reutilizar nada. En cualquier caso, el bolsillo llega a octubre temblando, acorralado ante la inminente llegada del IBI y la proximidad del mes de diciembre. Siempre te puede ocurrir, tal y como le pasó a una amiga, que tu hijo te pida una play station, le contestes que no puede ser porque la familia ha tenido muchos gastos y no es buen momento, y él te conteste en un arrebato de comprensión: “No te preocupes mamá, que ya se lo pido yo a los Reyes para que no tengáis que gastar nada este año”. Pues eso, a romper la hucha que comienza la cuesta arriba.


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