PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

OPINIÓN |La partitocracia

Soluciones imposibles. Por José Ignacio Sánchez Rubio

Ni nos engañemos nosotros mismos, ni nos dejemos embaucar por cantos de sirena. Si queremos salir de esta crisis, que parece eterna, hemos de empezar por determinar cual es la causa de la crisis económica que vivimos en este mal llamado Reino de España, denominación que, con su permiso, le he copiado a Don Antonio Coll.

Y, evidentemente, hemos de dejar sentado que no es solo una, sino que son diversas las causas que confluyen para que nos mantengamos en esta fosa permanente que las magnitudes y ratios, que periódicamente se publican, parecen ahondar sin límite. Hasta tal punto la sociedad española ha asumido ya que esto no tiene fin, que parecemos haber llegado a la insensibilización y ya todo nos da igual. Esta situación viene a confirmar aquella conocida anécdota del político que, preguntado por la situación económica, contestó: “Bueno, ya hemos llegado al fondo, ahora solo nos queda escarbar”.

Como digo, hasta que no terminemos con aquella cantinela de echarle la culpa de nuestras cuitas a los demás y dejemos de plañir por nuestra mala suerte, no podremos hacer otra cosa que seguir escarbando hasta la antípoda. Mientras no salgamos del engaño que inició ZParo, que nunca comprendió ni, evidentemente, nos transmitió nuestro asentamiento en la crisis, nunca podremos comprender que de esto no se sale con optimismo forzado, única solución que se le conoce al glorioso estadista socialista, al que Dios tenga en su gloria contando nubes, que es lo que parece ser su autentica vocación.

Pues bien amigos, yo les voy a dar mi opinión, que he contrastado con muchas otras. A mi juicio, la razón poderosa de la crisis económica es el agotamiento de nuestro sistema político. Para entendernos con un símil, es como si hubiéramos cogido nuestra antigua Vespino y hubiéramos empezado a añadirle elementos, hasta alcanzar un peso de 5.000 Kilos, no le hubiéramos tocado el motor, y pretendiéramos que caminara.

Nuestro sistema político, se basa en la partitocracia, es decir, en el gobierno de los partidos. Es decir, aquellos que pretenden dedicarse a la política, se afilian a un partido o, si no están de acuerdo con ninguno, se inventan uno nuevo, lo registran… y ya está.

Hasta aquí no habría problema alguno, si los partidos políticos estuvieran sometidos al imperio de la Ley, y los políticos tramposos tuvieran como retribución a sus apaños la expulsión eterna del partido y la inhabilitación para el sufragio pasivo.

Pero pasa que cuando una persona, normal hasta entonces, se decide a entrar en política, salvo honrosas excepciones (que alguna habrá), lo hace para eternizarse en la función y convertirla en su modus vivendi. En estas circunstancias, al político le tiene sin cuidado el ideario del partido que elige y está siempre dispuesto a cambiar de equipo, si con ello consolida su estatus de permanente succionador de la teta presupuestaria.

Por esto, amigos míos, desengáñense ustedes de esta crisis no saldremos nunca, todo lo más, nos habituaremos a vivir en ella, al igual que los tocados por el síndrome de Diógenes, se acostumbran a vivir entre la porquería y no sienten molestia alguna.

Fíjense que nos han anunciado la salida de la crisis en muchas ocasiones, ¿y donde seguimos? Empezó con aquello de los brotes verdes y, a estas alturas, muchos pronostican que se encontrará el punto de inflexión entre 2.016 y 2.020, que es como vaticinar al estilo diplomático de aquel, a quien preguntaban su opinión sobre lo que iba a suceder en determinado acontecimiento, y contestaba que: “Lo mas seguro, es que ya veremos…”

Por eso creo que nuestra solución está en cambiar de sistema. Fíjense lo que sucede en fútbol: Cuando cambian de entrenador, generalmente, empiezan a ganar partidos. Yo aquí no hablo de cambiar de entrenador, porque ya lo hemos hecho muchas veces y terminamos en más de lo mismo. Ni siquiera hablo de cambiar de directiva; ¿para que, para hacer bueno el refrán que dice: otro vendrá que bueno te hará?

No amigos, yo hablo de cambiar las reglas del juego. Y más de uno, dirá: Estoy de acuerdo, ¿pero por cuales? Y esa es la cuestión, mientras no nos propongamos entre todos el abolir esto de la partitocracia, no habrá forma de entender en que consiste esa tontería del estado del bienestar. Y eso sí, ojito si nos ponemos a cambiar de fórmula de gobernanza, porque ahí estarán muchos políticos actuales que, simplemente intentarán cambiar de camisa.

Abogado y economista. Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Comentarios (2)