Domingo, 14 Diciembre 2025
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ME LO HA DICHO MI ABOGADO. José Ignacio Sánchez Rubio, abogado y economista (Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.)

Parece que fue ayer, pero hace ya casi dos años que el Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Las Palmas, exactamente el día 1 de junio de 2009, dictó Auto de declaración de concurso necesario de Inalsa, o más exactamente de la compañía Insular de Aguas de Lanzarote Sociedad Anónima.
Ya saben que el propósito que me guía, suscribiendo este espacio, es el de contribuir a extender el conocimiento jurídico de las cuestiones que diariamente nos rodean ya que, como vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo, considero que el conocimiento del derecho debería formar parte de nuestros planes de estudio desde la enseñanza preescolar.
Pues como les decía, el día 1 de junio de 2009, consecuencia de una solicitud de los acreedores (creo que de Endesa Distribución Eléctrica S.L.), el titular del Juzgado Mercantil Nº 1, declaró en concurso necesario a nuestra conocida Inalsa.
El lunes pasado me encontraba comiendo en Isla Bonita, restaurante del que muchos de Uds. saben que soy comensal habitual y, después de haber dado buena cuenta de la comida que me sugirió Pepe (por cierto, las sardinitas a la plancha estaban exquisitas), se organizó en la mesa de al lado una inopinada tertulia, capitaneada por mi amigo Eloy.
El tema sobre el que discurrían las disquisiciones era el de Inalsa. Me invitaron a unirme a los contertulios y, viendo que las palabras se regaban con un buen ron guatemalteco, exactamente un Zacapa centenario, no lo dudé dos veces y, saludando a los comensales, me arrimé al grupo. El debate no pudo comenzar mejor: Eva María Quincoces, una guapa vasca que ha descubierto (como todos los que nos visitan), lo maravilloso de vivir en nuestra isla, me sugirió: Don José Ignacio, ¿Le gusta el ron?, ¿Quiere que le sirva una copa?
En ese momento, me acordé del control de alcoholemia que suele poner la Guardia Civil en la entrada a Costa Teguise pero, ¿qué quieren? el espíritu es débil y soy humano.
Alguien, no recuerdo quién, abrió el fuego: Con esto que está pasando con Inalsa, ¿creéis que podemos quedarnos sin agua? La cuestión se las traía. Y mis compañeros de tertulia improvisada comenzaron a discutirla, mientras yo me deleitaba con un sorbito de aquel ron divino, al tiempo que se me ocurría y no es broma, cómo iban a fabricar los cubitos de hielo del ron que estaba trasegando si cerraban Inalsa.
Y me tocó hablar; era mi contribución a la invitación al ron que había aceptado. La cuestión es, les indiqué yo, que la situación concursal está perfectamente definida en la Ley que regula el concurso. Una empresa se encuentra en concurso, cuando no puede hacer frente a sus obligaciones de pago, de manera regular. Vaya por delante que no tengo dato alguno acerca de las cuentas de Inalsa, pero el hecho de que se haya admitido, por parte del Juzgado, la declaración de concurso necesario, ya es claramente revelador.
La declaración de concurso han de presentarla obligatoriamente los administradores de la empresa, cuando no pueden pagar a sus acreedores o cuando prevén que no van a poder hacerlo en las próximas fechas, pero también han de presentarla obligatoriamente, cuando llevan más de tres meses sin pagar los impuestos o la seguridad social, o cuando llevan más de tres meses sin pagar los sueldos de sus trabajadores.
Y estas circunstancias, que convierten en obligatoria la solicitud de concurso por parte de los administradores de la empresa, en cuyo caso el concurso se denomina voluntario, pueden ser utilizadas por cualquier acreedor para solicitar el concurso, en caso de que no lo presente la empresa voluntariamente, en cuyo supuesto, estamos ante el concurso necesario, que es el caso de Inalsa. De nada le sirve, pues, al empresario ocultar la cabeza debajo del ala, como se predica del avestruz, porque si no lo hace él, podrá ser cualquier acreedor el que presente la solicitud de concurso.
Tened en cuenta, les decía a mis acompañantes en la tertulia, que la palabra concurso no se emplea aquí en el sentido de rifa, sino en el de reunión, de concurrir todos los acreedores, para que la solución que se adopte sea igualitaria para todos. No sé si me escuchaban o no, porque no hacían otra cosa que llevarse el vaso de ron a la boca, chasqueando la lengua alguno de ellos de vez en cuando.
Teniendo en cuenta que, en el caso de Inalsa, hablamos de una sociedad mercantil y de los intereses de todos sus acreedores, solamente existen dos salidas previstas. La primera es que la propia Inalsa elabore un plan de solución financiera y económica, de forma que, aunque se dilate en el tiempo, puede proponer pagar sus deudas en un máximo de cinco años y con una rebaja de hasta el 50 por ciento aunque, dada la naturaleza de la empresa, el Juez podría permitir límites superiores a éste.
La cuestión es que este plan de solución, que la Ley Concursal lo denomina convenio, lo han de aprobar los acreedores por mayoría ya que, en caso contrario, no queda otra solución que la liquidación de la empresa.
¿Y qué es la liquidación?, pues simple y llanamente, la venta de los activos de la empresa en pública subasta, para pagar con su resultado a los acreedores, pero sin posibilidad de que la empresa continúe con su actividad.
Es decir, no nos encontramos ante una simple cuestión de impagos que pueden originar, como mucho, una ejecución judicial que, amén de larga en el tiempo, solamente conllevará la posibilidad de que la empresa embargada se vea desposeída de determinados bienes. En este caso, las consecuencias pueden llegar a que Inalsa desaparezca. Y ello, por mucho que les cueste a Uds. creerlo, conllevará el cese de suministro de agua potabilizada a todos los conejeros que nos surtimos de aquella compañía.
No lo tomen a broma, los que me conocen saben que no soy tremendista ni alarmista, pero la solución de Inalsa sólo puede ser política. Pero no una solución cualquiera como la de subir el precio del agua, que ya se ha barajado. Esa solución, no resuelve de inmediato el asunto de la suspensión de pagos (o de la quiebra, vaya Ud. a saber). En todo caso, y como mal menor, la subida del agua podría formar parte de una batería de medidas de gestión, pero que de no contar con el concierto de los acreedores, devendría estéril.
Para poder apuntar una solución al suministro de agua en Lanzarote, necesariamente hemos de estudiar los antecedentes. Inalsa no es una sociedad mercantil cualquiera que busca la explotación de un negocio que, cuando se agota, se cierra y santas pascuas. Si en general los servicios de suministro de agua potable (o potabilizada) a la población, tienen el carácter de públicos y, por ende, lo llevan a cabo empresas públicas o intervenidas por la Administración, en una isla como la nuestra en la que, prácticamente, no existen recursos hídricos naturales, de agua dulce, este servicio público adquiere tintes de cobertura de necesidades primarias, más importante que el resto de ellas (sanidad, alimentación, educación…).
Si tildo el titular de este escrito, como de embeleco, es porque todos los indicios apuntan a eso, a que esto es un embeleco. Si Ud. amigable lector, no sabe lo que es un embeleco, no se moleste en buscar un diccionario, yo se lo digo. Embeleco es una de las más de 30 maneras de denominar a un engaño. En esto de buscar apelativos para nombrar pillerías, los españoles nos pintamos solos. Así pues, un embeleco no resulta otra cosa que un engaño, o filfa, o mentira, o ardid, o argucia, o patraña, o artimaña, o camelo, o pajarota o, en definitiva, de engañabobos porque, sí señores, eso es lo que somos todos nosotros unos bobos a los que se engaña una y otra vez con cuentos chinos.
No es una cuestión económica, es que el agua en Lanzarote es la supervivencia; no creo, a estas alturas, que haya que traer a colación ningún estudio o teoría, que venga a decir que sin agua no es posible vivir en Lanzarote. La realidad, es decir, todo lo contrario del embeleco, es política. Si la Seguridad Social es gratuita, no veo motivo alguno para que el agua para el consumo humano, no lo sea también en nuestra isla. Vino muy bien Inalsa a los intereses políticos mientras duró; y los sucesivos partidos que se vieron agraciados con las mamandurrias que Inalsa pueda haberles producido, han sacado su tajada. ¿Y ahora qué? Ahora nadie quiere asumir su responsabilidad, que no es otra que en Lanzarote siga habiendo el agua que, probablemente, Inalsa no podrá suministrar. Y que tampoco nos coloquen otro embeleco, como el de poner un parche que cubra la gestión del político de turno, porque seguiremos siendo los bobos a engañar. La solución, amigables lectores, en Lanzarote sólo es política y se llama subvención. El agua potabilizada, para consumo humano, debe estar permanentemente subvencionada en origen, es decir en la producción, para que, cueste lo que cueste, el coste del agua sea un coste político y social, nunca económico. De esta forma, que nos expliquen los políticos como, si el agua está subvencionada, falta dinero. ¿No será que el importe de la subvención se ha ido por el desagüe de algún político manirroto?
Y recuerden mi pronóstico. Por mucho que les desagrade, si se cierra Inalsa, habrá que cerrar la isla. Eso sí, cada uno la suya.


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