Domingo, 14 Diciembre 2025
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EL FORO DE LOS BALBOS. Por Mar Arias Couce

Y, así como no quiere la cosa, se nos acaba febrero, ese mes loco, desatinado, siempre cuesta arriba y carnavalero al máximo. Se acaba febrero y nos metemos en marzo, el mes que marca, de alguna manera, cambios importantes. Se cambia la hora, comienza tímidamente a subir la temperatura, antes, ahora ya no se nota apenas, comenzaba a recuperarse la economía de los maltrechos meses de enero y febrero, y, sobre todo, es el mes en el que la gente se prepara para la Semana Santa.

Cuando era pequeña y vivía en la península, marzo, sino de buen tiempo, si era sinónimo de las primeras tardes de sol y anticipo de vacaciones. Ahora, cuando llega marzo, me planteo qué hacer con los niños cuando les den vacaciones y cómo entretenerlos los días que yo tenga libres. Esta cuestión, aunque pueda parecer baladí, es compleja porque, ni hay tantos sitios en la isla como para diversificar las salidas, ni yo tengo presupuesto para llevarlos a algunos de los más interesantes. Así las cosas, optamos por hacer apaños caseros.

El otro día compramos un kilo de arcilla y nos pusimos manos a la obra, a modo de maestro alfarero, a darle forma a los trocitos de barros según nos dictaba a cada uno la imaginación. Yo hice un cenicero, que me parecía muy práctico para las visitas; Alejandro hizo un vaso para poner una vela y regalárselo a su profesora, y Carlitos hizo un avión ‘para matar a los malos’ con un aspecto nada bélico y que, de hecho, se parecía mucho más a una deposición vacuna que a semejante arma de generar sufrimiento. El resultado, si bien es verdad que no fue excepcionalmente estético, fueron cuatro horas de entretenimiento y otras dos horas de otra jornada pintando las obras de arte. Coste total de la inversión, 3 euros que costó el kilo de arcilla y un rato limpiando el salón.

La idea me la dio una mañana que nos pasamos en la granja Las Pardelas de Órzola, uno de los lugares a los que se sigue pudiendo llevar a los niños a disfrutar de un rato entre animales a un coste módico. Allí, además de ver animales y plantas de la zona, los niños pueden correr a sus anchas y disfrutar de un buen rato al aire libre, y también modelar arcilla que los dueños ponen a disposición de los más creativos. Me gusto la experiencia. Hacía mucho que no me manchaba de barro como si fuera una niña y me emocionaba dándole forma a una pieza que, a buen seguro, no valdrá para nada.

Generalmente esos ratos en que ellos juegan estoy limpiando, cocinando, leyendo o escribiendo algo y el otro día, me di cuenta que aún podía encontrarme con una parte de aquella niña que fui y que, hoy en día, se encuentra muy perdida entre las corrupciones, conflictos, crisis financieras y las crónicas negras a las que nos tiene acostumbrados esta sociedad. Ya me he puesto a pensar salidas, excursiones, escapadas y manualidades económicas con las que podamos disfrutar a bajo coste cuando empiece el buen tiempo.

Un poco de oxígeno al que no pienso renunciar por más que la crisis y la corrupción se empeñen en seguir llenando de basura nuestro ánimo.


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