Domingo, 14 Diciembre 2025
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LA CHINA EN EL ZAPATO. Por José Ignacio Sánchez Rubio

, abogado y economista
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Algo más de un mes ha transcurrido desde que se constituyó el gobierno del Partido Popular. La ilusión del personal era patente desde el día en que se conoció el resultado electoral, que iba a permitir a los populares gobernar en solitario. Y tal y como estaban las cosas, el que mas y el que menos esperaba que, de inmediato, se pusieran en práctica las medidas que en campaña electoral nos habían anunciado que ya tenían preparadas para, así, empezar a salir de la crisis cuanto antes.

Ha pasado algo más de un mes y, de momento, las medidas siguen sin aparecer, salvo las de la subida de impuestos a la que ya nos referimos la semana pasada. Parece que los estrategas del partido en el gobierno han valorado el coste político que, en las elecciones autonómicas andaluzas, puede tener la adopción de esas medidas que van a tener, sin duda alguna, un alto contenido de provocación para la izquierda.

El caso es que tanto el gobierno como los sindicatos ya dan por descontado que las medidas van a venir acompañadas de huelgas generales. El Presidente del Gobierno ya lo dejó entrever hace unos días, cuando a través de un inesperado micrófono abierto, se le escapó la valoración de la impopularidad para los sindicatos de las medidas que preparaba. Por su parte, los dirigentes de los dos sindicatos mayoritarios, UGT y CC. OO., ya han anunciado que habrá huelgas si se recortan los derechos de los trabajadores.

Yo me pregunto a qué estamos jugando cuando la encuesta de población activa acaba de arrojar un nuevo jarro de agua fría a las expectativas de crecimiento, con los casi cinco millones trescientos mil parados, de los veintitrés millones de españoles que hay en edad de trabajar, esto es, cuando están parados casi 23 de cada cien españoles. Y no es esto lo peor, porque según apuntan todos los indicadores, la barrera de los 6 millones de parados está cada vez mas cerca; y si no, que se lo pregunten a cualquiera de los casi cuatro mil compatriotas que acaban de quedarse sin trabajo en Spanair.

Pues bien, en un país como el nuestro, en que la prioridad de cualquier desempleado es conseguir un puesto de trabajo y poder aliviar la necesidad, los sindicatos andan preocupados por la indemnización de despido, las horas de la jornada y los convenios colectivos. Parece que para ellos el continuo crecimiento del desempleo, que ha otorgado a España el triste honor de ser los campeones del paro, les trae al pairo, dicho sea ello sin ánimo alguno de hacer un chiste. Por el contrario, a los dirigentes sindicales lo que les preocupa es mantenerse en sus poltronas, bien alimentados por el gobierno como estaban acostumbrados hasta ahora.

Está claro, que entre las medidas de ahorro y austeridad es imprescindible que los sindicatos se autofinancien con las cuotas de sus afiliados, como hace cualquier asociación de las muchas existentes. Y esta es una de las medidas proyectadas; la de dejar de subvencionar a los sindicatos, siquiera sea por la vía de los cursos de formación, actividad enormemente lucrativa que les proporciona varios cientos de millones de euros al año.

Luego está el asunto de los convenios colectivos, institución anquilosada que no tiene sentido en un país como el nuestro, en que más de 1.400.000 empresas tienen menos de 10 trabajadores, frente a las 25.000 que tienen más de 50 empleados. Con este sistema de negociación de salarios, ese millón y pico de microempresas, sin comerlo ni beberlo, se ven obligadas a aplicar los convenios que han sido negociados por patronal y sindicatos, con independencia de cual sea la situación personal de la empresa interesada. De esta forma, cada uno de nuestros empresarios, integrantes de ese casi millón y medio de microempresas se muestra reacio a incrementar su plantilla. Dejando de lado al casi millón ochocientos mil autónomos que existen en nuestro país, que por la naturaleza de sus empresas nunca van a crear puestos de trabajo, y que bastante tienen con mantener el suyo propio, ¿imaginan ustedes el efecto de que cada una del millón y medio de microempresas, creara uno o dos puestos de trabajo porque les permitieran negociar las condiciones laborales, directamente, con los propios empleados?

Es por esta y otra media docena de motivos que el gobierno de Rajoy tiene que tener la mano firme a la hora de plantear esa y otras medidas de corte laboral, incluyendo la de modificar la Ley de Huelga de 1977. Tiempo habrá para volver a hablar de derechos laborales y sindicales cuando podamos pagarlos, si es que conseguimos salir de esta ratonera.


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