Domingo, 14 Diciembre 2025
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SI LE DIGO LE ENGAÑO. Por Miguel Ángel de León

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Más que la sesión de investidura o de toma de posesión, lo de este jueves en el caótico Cabildo conejero parecía un funeral, probablemente porque tanto CC como PP intuyen que en el resto de las instituciones van a quedar cadáveres en el camino con esas dos siglas escritas en sus espaldas. Muchos de los que estaban allí parecían tener la mente en otro sitio. A excepción del flamante consejero de Alternativa Ciudadana, que se asemejaba con el chinijo con zapatos nuevos, todos parecían perdedores. Tenía su lógica, porque hasta los ganadores (CC-PP) estaban derrotados, luego de tanto tira y afloja post electoral, de tanta negociación en las alcantarillas de la política, allí donde no llega la luz ni se atisba ideología o posicionamiento ético, si lo hubiera o hubiese.
Como abstencionista convicto y confeso que soy, y a mucha honra, no me siento representado por ninguno, del presidente hacía abajo, pero tanto los integrantes del nuevo grupo de gobierno como los que van a chupar banquillo en la oposición (muy merecidamente en el caso del PSOE y del PIL, los que iniciaron el anterior mandato subiéndose los sueldos en el primer pleno presidido por Manuela Armas) parecían tenderse la mano unos a otros y a la inversa. Y ya sabemos que cuando un político extiende su mano (casi) nunca es para hacerte un favor sino para pedírtelo o quedarse con algo que es tuyo, como es triste fama.
De los discursos, mejor no hablar. Las frases hechas y huecas de siempre. Insustanciales todos. No digamos ya el discurso retro-progre (aunque parezca oxímoron o contrasentido), vicario, prestado y gastado de la mencionada Manuela Armas, que o cambia de disco rayado o cambia de negro, porque los lugares comunes, que no voy a repetir aquí para no espantar a los sufridos lectores, ya están más que agotados. Aparte de la periódica perorata del presidente en el plúmbleo pleno plano y plomizo, piñata de palabras a punta pala repletas de buenas intenciones y el habitual blablablá insustancial de todo discurso oficial, que estuvo a punto de provocar el ahogamiento de Astrid Pérez (una de las presentes más ausentes del pleno, con sobrados motivos).
¿Y qué es lo que había fuera del pleno cabildicio que tanto ocupaba y preocupaba a los presentes? Pues el habitual “¿qué hay de lo mío?” de cara a los pactos en los distintos ayuntamientos. ¿No los has visto? ¿No ves cómo mercadean con tu voto a espaldas de tu íntimo interés electoral? Les importas un pimiento revenido. Miento, les importas –tú y tu intención electoral- menos que un pimiento revenido. Por si tenías alguna duda al respecto, entre todos ellos ya te las han despejado durante estos últimos días de teléfonos ardiendo (o apagados, en según qué casos). Más claro, ni el agua clara. Más turbio que ese negocio, pocas cosas.
A esta hora de la tardecita del jueves en la que ando escribiendo esto que lees, los posibles e impúdicos “pactistas” o “p-actores” andan todavía de los nervios (sobre todo en Arrecife), negociando para su interés partidista con esa supuesta voluntad popular expresada en las urnas. Es mucho el botín a repartir, como ya te imaginas o intuyes, y ese reparto se hará probablemente en contra de eso que llaman voluntad popular o electoral.
Si en la política en general lo único que se sabe es que nunca se sabe, excepto esta propia máxima, en la infrapolítica lanzaroteña lo único seguro es que nada es seguro. No te dejes llevar por las apariencias, que en esta pobre islita rica sin gobierno conocido engañan más que en ninguna otra parte. Todos mienten. Todos van de farol. Ninguno está enseñando sus verdaderas cartas. No te creas de la misa (que todavía no está dicha) ni media.
Fíjate qué apasionante lo de los pactos posibles, probables, previsibles, presuntos o presumibles. Es tan, tan apasionante que algunos llevamos incluso varias noches sin poder conciliar el sueño, a la espera desesperada de saber en qué acabará el guineo. Mientras los acuerdos se sustancian o no, los políticos siguen a lo suyo: mintiendo y olvidando promesas electorales de ayer mismo. Como siempre, lo de siempre: el mercadeo de los votos. Apenas han deglutido tu voto (si eres de los pocos que fuiste a votar), y ya lo están mandando a las letrinas. Democracia en estado (im) puro. Y todavía andan preguntándose estos linces impúdicos por qué sigue subiendo como la espuma la abstención.


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