OPINIÓN | Pocas esperanzas
EL FORO DE LOS BALBOS. Por Mar Arias Couce
Esta política nuestra, y estos políticos que nos han tocado en suerte, y en herencia, me están haciendo perder la fe en el sistema e incluso en el ser humano. No es normal que pase lo que está pasando y miremos a donde miremos, da igual el partido, las siglas o el color de su bandera, todos hayan metido la mano en la caja para chupar del bote. Todos tengan cadáveres en sus armarios. Ya sé, ya sé, que no todo el monte es orégano, pero la realidad es que la política nacional huele a pizza que tira para atrás.
Estamos pasando de ser un país divido entre izquierdas y derechas a ser un territorio debidamente estructurado en dos: explotadores y explotados; timadores y timados; gente que se aprovecha de todo, y gente de la que se aprovecha todo, hasta los andares, con en el caso de los cerdos (con perdón). Yo pensaba que era un mal endémico, pero resulta que no, que la cosa tiene carácter internacional. Hace no mucho escuchaba hablar en la radio de una encuesta realizada en EEUU en la que los ciudadanos ponían por delante a las cucas (sí, sí, esos bichos negros repugnantes que pululan por las calles menos céntricas de nuestra maltrecha capital) por delante de sus políticos. Da un poco de miedo que ese sea el sentir generalizado. Y es que los políticos son esas personas en las que confiamos para que nos representen, para que tomen decisiones por nosotros, para que cuiden, en definitiva, nuestros intereses de una manera coherente y acertada.
Desde luego no los elegimos para que se enriquezcan a nuestra costa, pero parece que eso es lo que muchos entienden en definitiva. Es necesaria una reforma profunda de nuestra democracia. Un cambio radical que conlleve penas suficientemente fuertes como para que quienes atentan contra la ciudadanía pierdan las ganas de hacerlo. Y es un cambio urgente porque mucho me temo que la abstención de las próximas elecciones va a ser impresionante. Lo que no acabo de entender es porqué quienes se llenan la boca cada cuatro años con eso de ‘los ciudadanos nos han mandado un mensaje claro con su abstención, las cosas deben mejorar’, luego lo olvidan a mitad de camino y pecan de lo mismo que pecaron sus antecesores. Debe disminuir el número de políticos, el número de administraciones públicas y, sobre todo, el número de cifras de los sueldos de estas personas, de sus asesores, y de los primos de los abuelos de los mismos que, nadie sabe por qué, también aparecen en plantilla. Hasta que se vea un giro en la intención de quienes llevan las riendas de este carro, mucho me temo que nos seguiremos bajando del mismo. Yo, al menos, no tengo intención de despeñarme barranco abajo y me temo que esa es la única dirección que se le adivina.