OPINIÓN | Recordando momentos...
Por Natalia Ródenas
Es época de bautizos, bodas y comuniones. A propósito de eso, ¿Hay algo peor que recibir una invitación de boda? ¡Ni lo dudes!, hay algo que lo supera con creces y es que te inviten a ver el tan temido vídeo de la boda. Eso es el castigo más grande que te pueden poner en años. Si en la boda ya te agarraste una castaña considerable para olvidar que estabas en ella, imagínate volver a recordar ese día, escena a escena ¡y encima comentando la jugada! Esa noche que organiza en su casa la flamante novia, convertida ya en esposa (y te la pinta como si te fueras a pegar la gran juerga) con la finalidad de rememorar todos y cada uno de los detalles de su celebración, puede acabar con tu ilimitada paciencia. La sensación es la misma que cuando entras al dentista, sabes cuando entras pero no sabes nunca cuando vas a salir y lo peor de todo, en que estado…En el momento en que te sientas en el sofá y ves en el relojito de la pantalla de la televisión la duración del vídeo, ¡nada más y nada menos que 4 eternas horas!, te entra la sudoración típica de estas situaciones de estrés. Te sientes completamente acorralado, no hay escapatoria. Si se te ha ocurrido que la maniobra para perderte la mitad de la divertidísima película es irte al baño y esperar allí sentadito haciendo tiempo, olvídalo, la flagrante anfitriona ya se habrá encargado de poner el “Pause” para evitar que te pierdas ni un solo segundo de su entretenidísimo estreno (al señor que inventó la tecla del “Pause” no le debían de invitar a este tipo de eventos tan amenos,porque de lo contrario ¡ni se le hubiera ocurrido inventarlo!). A los únicos que les hace gracia ese “culebrón” es a los dulces tortolitos, que son los únicos seres capaces de reírse a carcajada limpia las cuatro interminables horas que dura el video, al resto de los invitados les importa muy poco lo que ocurra en el, de hecho, el que no se está echando ya una cabezadita, es porque ya ha activado su botón de “desconexión absoluta”. Es que eso del humor es absolutamente subjetivo y normalmente, en estos vídeos caseros los únicos que se ríen son los protagonistas, al resto les importa un pimiento. Si crees que tras haberte tragado ese soporífero video se ha acabado tu particular martirio chino, estás muy equivocado, ahora llega la mejor parte, ¡que es cuando te sacan el tan temido álbum de las fotos del viaje de la luna miel! Ahí no tienes escapatoria amigo, vas a tener que tener los ojos abiertos como platos mientras la parejita feliz te ilustra sobre cada una de las cuatrocientas fotos del majestuoso álbum recordando cada momento de su romántico viaje.
A partir de ahora, vas a pensártelo mucho cuando veas en tu buzón el tarjetón de los anillitos invitándote a una boda, porque por experiencias pasadas ya sabes que esa invitación es una invitación trampa, un “tres en uno” (boda, video, álbum…).