OPINIÓN. Regalos inexistentes
EL FORO DE LOS BALBOS. Por Mar Arias Couce
Mi móvil ha muerto. Ya andaba medio moribundo, pero como yo tampoco le he hecho nunca mucho caso, nos soportábamos mutuamente. Pero el otro día decidió que total para estar todo el día medio apagado bailando en un bolso lleno de cosas, prefería marcharse del mundo de los aparatos operativos y entrar en el limbo de los teléfonos rotos. Llevo 24 horas sin él, y a pesar de que nunca jamás lo uso para nada, lo echo de menos. Mucho, además. Ahora me resulta indispensable no sé bien para qué, pero lo echo en falta. Casualmente mi compañía telefónica me envió un mensaje recientemente “regalándome” un móvil. Como a caballo regalado no hay que mirarle la dentadura, y yo no le hago ascos ni a las muestras gratuitas que dan en las perfumerías, para allá que me fui, a informarme del asunto. En la primera tienda a la que fui me dijeron que se acaba de acabar ese modelo, pero que podía aprovechar la oferta quedándome con otro maravilloso por sólo 80 euros del ala. Un ofertón, decía la señorita dependienta.
Obviamente, no pude aceptar semejante obsequio y probé suerte en otra tienda. Acababa de llevarse un señor el último modelo. Mala suerte de nuevo. Probé en una tercera tienda, y mi media naranja en otras tres o cuatro más, en todas la misma respuesta: no nos queda ese modelo. La primera pregunta que me hago es para qué hacen una oferta que no es oferta ni es nada. La segunda es cómo puedo ser tan oportuna de entrar en todas las tiendas justo después del que se estaba llevando todos los móviles (seguro que un coleccionista de reliquias porque estás empresas no regalan nada así por las buenas). Visto que no hay forma de aceptar el generoso regalo inexistente, sigo con el problema en el mismo punto en qué comencé.
Me tengo que comprar un móvil porque hecho de menos su peso en el bolso. Es como si equilibrara el de las otras doscientas cosas que llevo siempre encima, no por nada, por si las moscas (por si se cae un planeta, por si me surge correr 150 metros lisos, por si me tengo que pintar de carnaval… no sé de todo un poco, es como una pequeña maleta para urgencias). Algo parecido nos pasó hace un par de meses en que la misma compañía nos regalaba un “usb”, hasta que les dijimos que vale, entonces ya no hubo manera de recibir el regalo. ¿Qué tipo de política comercial es esa en que te regalan cosas que no tienen, ni nunca tuvieron, intención de regalarte? ¿Para qué llaman entonces? ¿Para despertarte todos los días de la siesta (quién la duerma), amargarte la película de la noche o estropearte la cena romántica)? Para mí resulta tan absurdo como los personajes malvados de los dibujos animados que siempre quieren destruir el universo (¿Y después cuando ya no quede nadie en la faz de la tierra que coño tienen previsto hacer?, ¿Ganchillo?) y jamás lo consiguen. En cualquier caso, si necesitan algo, no me llamen al móvil. Sigue en la tienda, con los demás regalos.