OPINIÓN. Tinte para los días grises
EL FORO DE LOS BALBOS. Por Mar Arias Couce
Los peores días, ésos en los que te levantas con el pie izquierdo, amanece nublado y la tostada se cae por el lado de la mantequilla, ésos en los que soy incapaz de ver la parte brillante y luminosa de la vida y todo me resulta de color gris, ésos en los el café sabe amargo y la comida demasiado sosa, ésos se me arreglan con un solo beso pringoso de mermelada, o un abrazo de esos que dejan huellas de manitas sucias, o una sola sonrisa desdentada. En medio de la vorágine de malas noticias diarias, subsistiendo a una crisis que tiene diezmada la economía y la moral de la mayoría de los españoles, en una época en la que toda compra superflua es sopesada durante horas y en la que hasta los Reyes Magos pasan apuros para llegar a todos los hogares, nada como una muestra de cariño de los tuyos para seguir adelante. No hay mal que cien años dure, ni quien lo pueda aguantar, a ver si el refranero nacional es tan sabio como dicen y comenzamos a ver los ‘jodíos’ brotes verdes de los que tanto se habla pero que nadie sabe dónde están. El invierno me resulta una época melancólica y la Navidad, unas fiestas con un sabor de fondo a tristeza inevitable. Los recuerdos maravillosos de la niñez van adquiriendo tintes de otras tonalidades con el paso de los años y la ausencia de los seres queridos. Sin embargo, todo cambia en una casa cuando hay niños. La ausencia se transforma en recuerdos, la falta de dinero en imaginación y los malos pensamientos en esperanzas y buenos augurios. Las últimas semanas, mi hijo el mayor ha procurado (dentro de sus escasas posibilidades) portarse bien y estar tranquilo (esto ya es misión imposible) para hacer puntos de cara al próximo 6 de enero. El otro día intentaba explicarle que este año, los Reyes tienen que repartir entre muchos más niños sus regalos porque muchas familias tienen menos que la nuestra. Él me escuchaba muy serio. Yo, satisfecha de que alguno de mis rollos tuviera algún efecto en él, me crecí y aumenté la explicación hablándole de que las cosas mejorarían pero no eran buenos tiempos. Cuando terminé, sólo hizo un comentario: “Pero yo las cosas ya se las había pedido desde hace mucho, así que las mías ya las tienen compradas. Tú no preocupes mamá, que a otras casas no llegarán, pero aquí llegan”. Cualquiera le lleva la contraria.