Domingo, 14 Diciembre 2025
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DESDE MI ISLA ATLÁNTICA. Por Antonio Coll

Desde el 12 de marzo Arrecife cuenta con un nuevo alcalde, el nacionalista Manuel Fajardo Feo, y un grupo de gobierno seminuevo, conformado por CC, PSOE (que repite) y Alternativa Ciudadana. Fajardo es el décimo alcalde elegido desde las primeras elecciones democráticas, celebradas en 1979. Fue a partir de la legislatura iniciada en 1995 cuando los ‘genios maléficos’ se ‘acomodaron’ en la capital y desde entonces, la anarquía e inestabilidad han sido las constantes que han prevalecido, por encima de algunos periodos de cierta estabilidad. Desde 1995, ningún alcalde ni grupo de gobierno ha terminado la legislatura en el poder. Mociones de censuras, traiciones y otras ‘trifulcas’ han invadido la vida municipal de la capital de la isla, en estos últimos 16 años. A la historia negra de Arrecife hay que añadir el ‘asalto’ del cuerpo especial de la Guardia Civil -Unidad Central Operativa- al Ayuntamiento, en mayo de 2009, siendo alcalde el socialista Pérez Parrilla que gobernaba con el PIL, que supuso la detención de determinados políticos y funcionarios y el requisamiento de gran cantidad de documentación en la llamada ‘Operación Unión’, dirigida por el juez Pamparacuatro.

El pacto precipitado a principio de la presente legislatura entre el PP y el PSOE se bautizó con agua envenenada, aunque aparentemente se percibió como estable y que iba a tener larga vida. Pero el pacto CC – PSOE en el Parlamento de Canarias y, por ende, en el Gobierno de Canarias, llevaba el sello de extenderlo a todas las islas. Y todo era cuestión de tiempo. El propio ya ex alcalde Cándido Reguera era consciente de que su permanencia pendía de un hilo. La beligerante política del presidente del PP canario y actual ministro español de Industria, maniobrando en cada instante para aislar a CC de todas las corporaciones posibles, pactando con el PSOE, creó inseguridad y desconfianza en el sector nacionalista lanzaroteño, capitaneado por Pedro San Ginés, partidario desde el principio de un pacto CC – PP en la isla de Lanzarote, obviando las directrices de la ejecutiva nacional de CC y del grupo liderado por Torres Stinga. Cuando el presidente del Cabildo de Lanzarote, convencido de las amenazas y otras circunstancias como la dimisión de Espino y la salida de Manuela Armas, destituye a los consejeros del PP, el pacto PP-PSOE en Arrecife entró en el ‘corredor de la muerte’. Las incansables peticiones de ‘indulto’ por parte de Cándido Reguera no tuvieron respuestas por parte del ‘gobernador’ José Miguel Pérez, incluso ofreciendo la alcaldía al socialista José Montelongo. La crónica estaba escrita y Manuel Fajardo consiguió el cargo de alcalde que anhelaba desde el principio, sólo sujeto de convencer a un concejal de la oposición para conformar mayoría con los socialistas.

La vida política de Lanzarote, en este último quinquenio, no sólo ha sido bochornosa sino incluso ha llegado a ser obscena. Ello ha llevado consigo el atraso y la parálisis total de proyectos importantes. Inversiones y partidas presupuestadas autonómicas, estatales y europeas se han ido al baúl de los recuerdos, precisamente por la inestabilidad política y la propia desgobernación en las corporaciones.

Ahora se inicia una nueva etapa con un pacto tripartito, dirigido por Manuel Fajardo. Político experimentado al ejercer en determinados periodos cargos de alta responsabilidad en el Gobierno de Canarias y otras instituciones, Fajardo es Ingeniero Superior Agrónomo, casado y con tres hijos. Solo es de esperar que su experiencia le sirva para lidiar un grupo de gobierno heterogéneo, compuesto por socialistas y asamblearios. Sólo es de esperar que se aleje de aventurismos nostálgicos, que encare el futuro con decisión firme para que Arrecife encuentre su destino, eliminando políticas inútiles y de ‘malas prácticas’. Son muchas las asignaturas pendientes que deben se aprobadas en el menor tiempo posible, para que la tercera capital de Canarias tenga el protagonismo que se merece, con un dinámico desarrollo, facilitando a potenciales inversores un camino más diáfano, así como, exigiendo inversiones públicas que nos han sido escamoteadas por debilidad y nula gestión. La última inmoralidad del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, aprobando cuatro millones de euros para ‘decorar’ y ampliar aún más el puerto de cruceros de La Luz, que cuenta con una línea de atraque para tres grandes buques turísticos, olvidándose de la segunda fase del muelle de cruceros de Naos, hoy casi inservible, es el exponente más clarificador de lo poco que pintamos en los centros de decisiones de Canarias. El presidente del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, votó en contra, creando un precedente, ya que jamás ningún representante de Lanzarote lo había hecho. Todos sabemos que la Autoridad Portuaria es un ‘lobby’ económico del puerto de La Luz y de Las Palmas de Gran Canaria. Arrecife y Puerto del Rosario son figuras decorativas sin ninguna influencia, y así nos va.

El nuevo grupo corporativo tripartito de Arrecife debe gobernar con decisiones que supongan lo mejor para la ciudad. Recuperar el retraso secular de Arrecife es anteponer el beneficio del interés general a las ideas propias. Si los tres partidos que conforman el gobierno se dedican a gestionar bien los recursos y sacar adelante los proyectos pendientes, sería un buen exponente para justificar el reciente ‘golpe de timón’ en la corporación capitalina. Si hay un firme y deliberado propósito de alejarse del ‘populismo’ seductor, con terribles precedentes en Lanzarote, entonces los pobladores de la ciudad de Arrecife pueden dormir tranquilos, hoy envueltos en una desesperanza, arrastrada por una recesión económica desde 2008 y con un índice de desempleo cercano al 30 por ciento.


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