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Palos y SIDA

Por Sigfrid Soria del Castillo Olivares

 

“Quejarte por haberte llevado un palo siendo okupa el 1-O es como quejarte por tener SIDA cuando lo haces a pelo siendo gay”

 

Gobernaba aquel pusilánime Rajoy, ese que mientras se producía la votación prohibida del 1-O decía estar tranquilo en La Moncloa en vez de estar ganándose el sueldo defendiendo la unidad de España al frente del gabinete de crisis en la Delegación del Gobierno en Barcelona que jamás convocó, ese soberbio que creyó que la sentencia Gürtel no le afectaba, ese que se escondió, que se fue a beber güisqui y que facilitó la moción de censura al plagiador del Falcon. Era jueves y España estaba todavía en shock por la rebelión separatista, esa que 7 magistrados del Tribunal Supremo acaban de blanquear como sedición, rebelión que está mostrando su cara más violenta precisamente en protesta por haber sido sentenciada como sedición. Sí, ver para creer.

 

Cinco de octubre de 2017, también corría la noticia de la alerta ONU por el importante repunte de infecciones por VIH durante 2017, siendo como siempre protagonista de dicho repunte el grupo de población de hombres homosexuales, grupo protagonista principal con muchísima diferencia sobre los demás grupos desde que en 1981 en Los Ángeles y San Francisco se inició oficialmente la era del SIDA.

 

¿Acaso puede entenderse que el 1-O hubiera gente invadiendo lugares públicos cuando tanto el Tribunal Constitucional como el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña lo habían prohibido expresamente? ¿Acaso era comprensible que se quejaran quienes recibieron algún que otro palo y empujón al ser desalojados de donde tenían prohibido estar? ¿Acaso hay alguien en su sano juicio que rechace que policías nacionales y guardias civiles se defendieran proporcionalmente ante gravísimas agresiones de descontroladas turbas que ponían en peligro sus vidas? ¿Acaso es aceptable que con la información que hay casi 40 años después de la pandemia, y todo lo que se conoce sobre prevención de la transmisión, del VIH haya gais que tiren de las cifras hacia arriba? ¿Acaso es reprobable que haya alguien ecuánime, en este caso yo, que afirmara que quienes violaban prohibiciones expresas de la Justicia o no se protegían contra una gravísima infección, perdieran el derecho a quejarse si eran forzados a cumplir la ley, en el caso de los separatistas, o contrajeran el SIDA, en el caso de los gais?

 

El primer párrafo de este artículo de opinión es el post que publiqué aquel día de octubre en la red social Twitter, ese antro por el campan las huestes de la izquierda con total impunidad y cobardía, esa cloaca en la que llegué a tener 20.000 seguidores y por la que fui TT y noticia nacional en varias ocasiones. Dado que entre la desnortada progresía tengo más enemigos que Heidi tendría en un burdel, uno de ellos, y sé perfectamente de quién se trata, inició la típica cacería de brujas contra mí generando el consabido efecto bola de nieve, al que los vendidos gestores de esa red social son tan sensibles, por el que procedieron a mi expulsión definitiva. Por supuesto, he de mencionar la bastarda colaboración de los vectores que facilitan estos acosos coordinados contra quienes enarbolamos la bandera de la verdad y combatimos el sectarismo de la izquierda: las asociaciones LGTB, esos chiringuitos que maman de lo público y que practican el adoctrinamiento ideológico, básicamente. Y para que nadie se llame a engaño, aclaro que dos años después de que esa red social me expulsara, la echo tanto de menos como echo de menos mi tercer brazo, ese que nunca tuve. Obviamente, me ratifico absolutamente en cada palabra de aquel post y lo sigo juzgando como una excelente publicación que invita a reflexionar sobre los dos aspectos que aborda.

 

Y en cuanto a esos dos aspectos y para terminar este artículo, me refiero por un lado a la permisividad, falta de palos entre otras cosas, con que los Poderes Ejecutivo y Judicial siguen gestionando el golpe de estado separatista, demostrado ello con cómo se ha actuado ante la brutal y violentísima rebelión que hemos visto tras la sentencia del Tribunal Supremo: no es libertad de expresión, es violación sistemática de derechos fundamentales por parte de gentuza perfectamente organizada, con el beneplácito y la dejación de funciones de quienes han de garantizar el orden constitucional. ¿Acaso no merecen recibir palos por querer aniquilar España y matar policías? ¿Acaso pueden quejarse esos energúmenos por sufrir la lógica respuesta del estado de derecho?

 

Por otro lado y refiriéndome a los gais, me reafirmo en que no pueden quejarse si se contagian del VIH por no usar protección, siendo ellos quienes más propagan el virus. De hecho, el gobierno de España en funciones del PSOE ha anunciado que va a repartir la PrEP solo a hombres gais a 50 euritos mensuales por barba, que vamos a pagar todos los españoles. ¿Será homófobo este gobierno? ¿Se le ve a Pedro Sánchez el plumero en período electoral?

 

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