Recuerdo a Manolo González Barrera
Por Alfonso Valls de Quintana
Ayer tarde asistí al acto de presentación de la feria del libro de Arrecife, acto patrocinado por la concejalía de cultura del Excmo. Ayuntamiento de la capital conejera y la conserjería de cultura de Ilmo. Cabildo Insular de Lanzarote.
Fue una asistencia de improviso, de sopetón. Llame a mi amigo Bernardino por la tarde y me comentó que en ese acto se hacia un homenaje a Manuel González Barrera, Manolo Pepsi Cola como era nombrado por sus amigos.
El acto fue presentado por Félix Martin Hormiga, al que me une una importante sintonía por no decir amistad ya que nos vemos de cuando en cuando, lo cual no habla muy bien de mi ya que él se encuentra en todos los fregados culturales de esta isla. Félix nos animó a escribir, a usar esta herramienta maravillosa cuyo invento se remonta a los albores del homo sapiens, tal vez cuando salimos de África hace unos 45.000 años. Quizá por eso he cometido la osadía de escribir estas líneas, ruego a los lectores disculpen las incorrecciones gramaticales que sin duda encontrarán.
Acudí al acto porque conocí a Manolo y compartí con el charlas y tertulias sobre temas variados, en los cuales estaba interesado, en unos más intensamente que en otros: literatura, historia, costumbres y sobre todo política. No voy a hablar de Manolo el poeta, otros lo han hecho y lo seguirán haciendo mucho mejor que yo, voy a hablar de Manolo el político y el defensor de las causas justas.
Conocí a Manolo durante los años 79, 80 y 81 recién llegado a Lanzarote después de formarme en Madrid en la especialidad de Análisis Clínicos (Microbiología). Compartimos el afán y el entusiasmo por dar un vuelco radical a la situación sanitaria de la Isla, un clamor popular que se sentía por donde quiera que fueras. La situación de la sanidad conejera era lamentable, pese a los esfuerzos denodados de unos pocos médicos, farmacéuticos y practicantes (ATS) que se esforzaban por suplir una carencia de medios casi absoluta.
Entre los años 1977 y 1981 nos fuimos incorporando nuevos profesionales a La Residencia Sanitaria Virgen de los Volcanes, un nombre de proporciones desmedidas, que nos inventamos para denominar a la antigua “Casa del Mar”, que algunos de una forma jocosa y no exenta de morbo llamaban “Casa del Mal”. Allí estábamos un conjunto variopinto de médicos, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de mantenimiento, administrativas etc., de diversas procedencias, a los que nos unía un único objetivo, un Nuevo Hospital que cubriera las necesidades de la población.
La implicación de los estamentos de la sociedad conejera en este objetivo era intensa, sindicatos, colectivos vecinales, asociaciones culturales y recreativas y partidos políticos. Abanderaba esta lucha el PCE, recientemente legalizado, y en el PCE estaba Manolo. Me llamaba mucho la atención la pasión que ponía en las asambleas que celebrábamos en el salón de actos. Para mí un novato de la política en aquel entonces, me resultaba fascinante. Luego años después a medida que nuestros caminos políticos se cruzaban, unas veces desde lados distintos y otras desde la misma barrera, me fui dando cuenta que Manolo era así “Pura Pasión” para defender lo que consideraba de justicia, sin pelos en la lengua.
La lucha fue encarnizada, no exenta de peleas y trifulcas, lo que pretendíamos era una revolución y en todas las revoluciones “corre la sangre”, y aquí también corrió en el buen sentido de la palabra. Se organizaron dos manifestaciones multitudinarias las mayores de la historia de Lanzarote, según algunos. Los enfrentamientos internos afloraron como era de esperar era una época de confrontación política y cada uno de nosotros ya se había decantado por una opción u otra, desde el centro representado por la UCD, la izquierda con el PSOE y el PCE y los movimientos nacionalistas. Y los Sindicatos CCOO, UGT, SOC como los más representativos. Pese a ello seguíamos unidos en el objetivo común la reivindicación del Nuevo Hospital.
Corría el año 1980 cuando una comisión visito en Madrid al Sr. Sánchez Harguindey, secretario de estado para la sanidad con el gobierno de la UCD, visita que no fructifico en nada concreto pese a las promesas que recibieron, estábamos en puertas del año 81, al gobierno de Suárez le quedaba poco resuello y todos sabemos lo que pasó el 23 de febrero de ese año.
Se convocaron elecciones generales para Octubre del 82, en estas circunstancias el triunfo del PSOE con Felipe González a la cabeza parecía inevitable como de hecho ocurrió, con un triunfo aplastante, mayoría absoluta con 202 diputados. Fue una noche inolvidable, aunque todavía no militaba en el partido celebré el triunfo en casa de unos amigos y luego nos fuimos a la sede del PSOE, donde se celebraba por todo lo alto.
Los amigos del PCE, entre ellos Manolo y Bernardino no ocultaban su decepción y con razón ya que llevaron el peso de la oposición durante la dictadura y un papel preponderante en la transición y los frutos los recogió el PSOE, pero ya España había entrado en la senda del bipartidismo, siguiendo el ejemplo de los países de nuestro entorno.
El triunfo del PSOE en las Generales del 82 supuso el disparo de salida para lo que sería un éxito arrollador en las elecciones locales del 83, donde las candidaturas socialistas ganaron por mayoría absoluta en los ayuntamientos más importantes de España, Canarias y Lanzarote. Aquí no solo se gano por mayoría absoluta el Cabildo sino también el Ayuntamiento de Arrecife, en cuya lista yo ocupaba el quinto lugar.
Fui nombrado concejal de sanidad, área con pocas competencias en el ámbito municipal, aunque fui encargado de poner en marcha la red de saneamiento del municipio, ejecutada en la legislatura anterior pero sin funcionar y en un estado de abandono tal, que hubo que reponer tramos de tuberías, bombas en las estaciones de bombeo que no funcionaban y rehabilitar la vieja depuradora de Argana baja que nunca había llegado a funcionar y en la que faltaban hasta los cuadros eléctricos. Fue emocionante ver correr un hilito de agua depurada a lo largo de un canalillo de la depuradora.
Desde mi puesto de Concejal de Sanidad del Ayuntamiento de Arrecife y en el interior del Partido seguía empeñado en la causa que en gran medida había contribuido a que diera el paso a incorporarme a la Política activa. Por cierto de la mano del recordado José Ramirez Cerdá, recientemente elegido senador por el PSOE en las Generales.
“La Causa” seguía siendo el nuevo Hospital de Lanzarote, defendí con uñas y dientes en el seno del partido la necesidad de arrancar un compromiso al nuevo Gobierno Socialista y ante el que a la sazón era ministro de Sanidad el malogrado Ernest Lluch, al que enviamos una carta desde el partido invitándole a venir a Lanzarote para ver in situ la situación de la sanidad conejera. Esta carta la elaboramos, y esto no lo sabían en el PSOE, Manolo González, Bernardino Güemes y un servidor.
Vino Ernest Lluch a Lanzarote y nos prometió la construcción del Nuevo Hospital General de Lanzarote, que se inauguró en abril de 1989.
En la consecución de este hito para la sanidad de Lanzarote, contribuyó mucha gente, yo diría que Lanzarote en peso y muchos Políticos y Profesionales de la Sanidad (ambos con mayúsculas) que no he nombrado, la sociedad conejera les esta agradecida, pero desde estas líneas quiero mencionar a tres: Ernest Lluch Martin, Manuel González Barrera y Bernardino Güemes Artiles.
Un amigo.
Alfonso Valls de Quintana.