Domingo, 14 Diciembre 2025
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Editorial

 

 

Dentro de unos días, el lunes 21 y martes 22, se celebrará un pleno en el Cabildo para debatir el estado económico y social de la isla. Todo los datos e indicios apuntan a que ese pleno será aprovechado por la oposición para demostrar que Pedro San Ginés ya no cuenta con los votos de los nueve consejeros de CC. Y con ello se demostrará, por tanto, la existencia de una estrategia política pergeñada por díscolos de Coalición Canaria, con José Torres Stinga a la cabeza, y la rama perdedora del PSOE en los pasados comicios, apoyada por ciertos despachos influyentes. El objetivo, debilitar al grupo de gobierno que, con mayor o menor acierto, ha dirigido en el último año y medio el devenir de la isla. Dos consejeros de Coalición Canarias, Sergio Machín y Mónica Álvarez, enfrentados al presidente del Cabildo, Pedro San Ginés, podrían evidenciar en ese pleno la minoría en la que se encuentra el pacto CC-PSOE en la Primera Institución insular. Votando a favor o junto con la oposición en ese esperado debate, Sergio y Mónica provocarían la crisis del grupo de gobierno por las que algunos apuestan desde hace tiempo. Sin duda, si eso ocurre así, pondrían en un gran aprieto político a San Ginés e incluso al vicepresidente socialista del Cabildo, Joaquín Caraballo, partidario de terminar el mandato junto a los nacionalistas, siempre y cuando lo dejen desde la dirección del partido. La estrategia de debilitar a este pacto e incluso de romperlo por parte de la oposición es legítima. El PP de Astrid Pérez tiene sobradas razones para “vengarse” de Pedro San Ginés quien, tras pactar con los populares al inicio de la legislatura, rompió unilateralmente -y precipitadamente- el acuerdo con los consejeros de Pérez. También la evidente utilización electoral contra el PP del polémico asunto de las prospecciones, a veces rayando el populismo más rampante, justificaría que Pérez aprovechase al máximo la actual situación de debilidad del grupo de gobierno. E incluso se entendería también que el PIL de Fabián Martín se sumara alegremente a la vendetta contra el presidente del Cabildo, por aquello de que no tienen nada que perder y mucho que ganar. A río revuelto y con un Dimas Martín entre bastidores dispuesto a enredar -otra de sus dudosas virtudes-, no es de extrañar que el PIL esté metido tangencialmente en el puchero que algunos cocinan y condimentan desde hace meses contra la figura de San Ginés.

 

Posiblemente, la forma de ser y actuar del presidente con los enemigos políticos y muchas veces con sus propios “amigos” haya tenido mucha culpa de las inquietudes que hoy padece. La falta de mano izquierda y su peculiar carácter, para lo bueno y lo malo, no le han ayudado a patronear un barco cuando la mar estaba relativamente en calma y el viento soplaba a su favor. Esa forma de ser, posiblemente, ha conducido al brillante ganador de las últimas elecciones en Lanzarote a verse hoy en serios apuros cuando disfrutaba de una holgada mayoría. Mayoría que no habrá sabido o podido conservar si los malos augurios se cumplen o si alguien de arriba no arregla el desaguisado que se barrunta en el Cabildo y en Lanzarote, en lo que puede convertirse en otros cuatro años tirados a la basura, en otro mandato inútil para los intereses generales de la isla. No tenemos la suerte de otras islas como Fuerteventura donde la estabilidad en las principales instituciones han conseguido sacar adelante las grandes infraestructuras y dejar atrás a Lanzarote. Un ejemplo del que deberíamos aprender.Sin duda, Pedro San Ginés tendrá que revisar sus errores y convencerse de que no siempre uno tiene la razón, incluso cuando la cree tener. La verdad es a veces resbaladiza y llena de matices, y entre el negro y el blanco hay toda una gama de colores que hay que saber ver y leer. Y, probablemente, tengan bastante razón quienes acusan al presidente del Cabildo de haberse complicado la vida él solito y habérsela complicado posiblemente a Lanzarote.

 

Pero no nos engañemos. A Pedro San Ginés no se le quiere debilitar sólo por eso. No se le quiere sacar de la Presidencia del Cabildo por sus prontos y su discutible carácter. Hay otras razones, algunas de ellas inconfesables y otras más espurias. Y no nos referimos al PP y al PIL, que podrían justificar sus “ganas” de cobrárselas a San Ginés, pues al fin y al cabo son oposición. Nos referimos a aquéllos que tras las elecciones locales quedaron mal sentados, incómodos en las sillas que les tocaron. Por un lado, está el grupo de José Torres Stinga, que nunca aceptó el liderazgo que tiene y ejerce sin complejos Pedro San Ginés en Coalición Canaria. El de Haría hizo con poca fortuna lo indecible en su día para que San Ginés no fuera presidente del Cabildo del Lanzarote y también lo indecible hizo para que no liderara el partido en el último Congreso Insular, que finalmente ganó David de la Hoz, un hombre del presidente del Cabildo. Ahora han visto una pequeña fisura en el barco del grupo de gobierno y creen que es la gran oportunidad de hundir a San Ginés y lo que éste representa en CC. Pero a las ganas de Torres de acabar con el presidente cabildicio se suma la del grupo de los grande perdedores de las pasadas elecciones. Los que algunos llaman “las fuerzas del mal” de Lanzarote. Un batiburrillo integrado por los del despacho de abogados y por los damnificados del PSOE en los últimos comicios, Espino y compañía. Unos vendedores de quincalla andaluza a los que las urnas alejaron por suerte del poder pero que se revuelven panza arriba para regresar, aunque sea a costa de los intereses de los lanzaroteños.

 

Porque el problema no es que Pedro San Ginés sea antipático o no lo sea. El problema es que ha ido dejando muchos damnificados por el camino. Muchos heridos -algunos en el corazón- que piden venganza, por mucho que con ello paralicen la isla. Gente que está dispuesta a quemar a fuego lento la figura del presidente, importándoles un comino que el Plan Insular de Ordenación del Territorio, vital para el desarrollo de Lanzarote y por lo tanto para crear de nuevo economía y puestos de trabajo para los más jóvenes, quede empantanado. No les importa que la isla se desangre si con ello se desangra el presidente del Cabildo. No pueden permitir que San Ginés gane de nuevo holgadamente las elecciones, tal y como los sondeos de hace meses auguran. Otros cuatro años más sin tocar poder, sin controlar el volante del Cabildo, sería el fin de ese grupo de personas con las que esta isla nunca ha progresado. O, mejor dicho, sólo ellos y sus bolsillos han progresado. Un grupo que por donde ha pisado, la hierba jamás ha crecido.

 

Por eso, resulta preocupante lo que se cuece en la caldera de Lanzarote. De nuevo un escenario de inestabilidades. Unas instituciones débiles incapaces de sacar adelante los grandes retos de la isla. Desde el nombrado Plan Insular, pasando por los Centros Turísticos, hasta el gran problema del desempleo. Las preguntas son claras. ¿Se pueden permitir Lanzarote y sus instituciones nuevas inestabilidades en sus principales corporaciones cuando ya se han cambiado de ropa en dos ocasiones en esta legislatura? ¿Es vendible y fumable una moción de censura? ¿Para colocar de presidente a quién? ¿Un pacto PSOE-PP-PIL y AC? ¿Nadie escarmienta de experimentos que ya han llevado a la isla a la hecatombe? ¿Creen algunos que los electores aplaudirán operaciones políticas de dudosa reputación? Sinceramente, creemos que una mujer como la secretaria general del PSOE, Dolores Corujo, no merece manchar tan rápido su reputación política en tan poco tiempo conquistada, ni estropear tan inútilmente su gran futuro en Lanzarote. No debe empezar contaminándose de esas estrategias cainitas que sólo conducen al desprestigio de ella y de la política. Nos da que meterse en esa estrategia de quemar al grupo de gobierno con sus propios consejeros en la olla se volverá contra ella, más pronto que tarde.

 

Este Grupo Editorial siempre ha apostado por buscar los buenos gobiernos, los políticos valientes capaces de tomar decisiones que vayan en favor del interés general, gente que trabaje y sea sensible a los problemas de los más desfavorecidos, permitiendo el mejor desarrollo de la isla. Y si defendimos en su día el pacto que salió de las urnas para gobernar en la mayoría de las instituciones, el conformado por CC-PP, ahora creemos que se haría un daño incalculable a la isla y a sus ciudadanos al romper o desestabilizar a los grupos de gobierno presentes en la mayoría de los ayuntamientos y en el Cabildo. No sólo ya habrá tiempo de “cobrársela” a Pedro San Ginés quienes se las tenga jurada, sino que, sinceramente, nos parece ridículo romper la isla con la disculpa de que no nos gusta el carácter del presidente. Es un gran lujo que hoy Lanzarote no se puede permitir.


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