Una isla de vértigo
Por Antonio Coll
Mientras en las demás islas, las instituciones públicas se implican al máximo para favorecer inversiones de la iniciativa privada, en la isla de Lanzarote, los emprendedores privados solo encuentran trabas a la hora de presentar proyectos, que serían muy beneficiosos para dinamizar la débil economía de la isla. Sirva de ejemplo la reciente noticia sobre el anuncio de la implantación de un parque temático acuático, en Maspalomas, por parte del inversor alemán, Wolfgang Kiessling, promotor del “Loro Park” en Tenerife. El empresario ha adquirido 200.000 metros cuadrados y el presupuesto inicial está cifrado en 60 millones de euros. El parque contará con una capacidad para más de siete mil visitantes. Recuerdo que hace algún tiempo, el inversor germano, se interesó por Lanzarote para construir un parque temático, pero cuando le informaron sobre la inseguridad jurídica, por falta de planeamientos y sobre determinados grupos inquisidores, el empresario alemán, se olvidó de Lanzarote y fue en busca de otras alternativas, mejor dicho, de otras islas, como el proyecto citado en Gran Canaria. Y es que Lanzarote es como el vértigo, cuya base de sustentación se balancea continuamente, ofreciendo solo inseguridad e inestabilidad. Lanzarote es de todas las islas donde más se impide el desarrollo turístico de calidad y ofertas complementarias de ocio. Por eso digo lo del vértigo, porque en la isla presentar un proyecto es similar a la “precipitación en el vacío”. Por otro lado, cuando cualquier osado se lanza a construir proyectos de calidad y sostenible con el medio ambiente, se le persigue hasta la “médula”, sobre todo, si es empresario lanzaroteño. El ejemplo más palpable se escenifica con el “cierre cautelar” de Bodegas Stratvs, construida con la misma exquisitez y genialidad que las obras diseñadas por el artista César Manrique, en los Centros Turísticos.
Yo siempre me he preguntado porque hay tanta diferencia entre la clase política lanzaroteña al resto de las islas. ¿Es cuestión de cultura, de talante? ¿Visión de futuro? No puedo responder a esas preguntas porque me entra una sensación de malestar, casi de desmayo. Altera mi equilibrio emocional. Es que los más de treinta años dedicado al periodismo insular y comprobar, constantemente, que los problemas importantes de la isla no se resuelven por parte de sus gobernantes, es lógico y razonable que la percepción que tengo sobre ellos, no sea nada alentadora. Y sobre todo, cuando compruebo que la clase política de turno, muchas veces se deja influir por determinados “lobbies”, que bajo el manto falso e hipócrita de abanderar el “ecologismo progre”, intenta frenar proyectos de calidad y beneficioso para toda la sociedad lanzaroteña. Y no digo nada sobre planes de ordenación urbana o territorial. Y todo ello, como es normal, impide generar economía y empleo. Las altas cifras de personas inscritas en el paro, no es por casualidad. Tiene sus responsables, con nombres y apellidos.
Seguiré hablando de Lanzarote. De las inversiones perdidas en infraestructuras básicas; de los proyectos aprobados pero no ejecutados; de la poca o nula influencia de nuestra clase política, en los centros de decisiones de Canarias; de la forma y manera que se imparte justicia y de más cuestiones que han limitado, de forma evidente, el bienestar de todos sus pobladores. Pero si no somos capaces de acabar con todos estos factores negativos que nos persiguen desde hace mucho tiempo, dudo que, algún día, la isla salga de su propio “naufragio”. Y seguiríamos en una isla de vértigo. Y no es para menos.