PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD

Yo voto en blanco

Por Diego Ruíz Barrios

 

Constatado el bloqueo político y tras la ronda de consultas por su Majestad Felipe VI no se han hallado los apoyos suficientes para investir a un nuevo presidente, lo cual supone que los españoles estamos abocados a votar de nuevo el próximo 10 de noviembre, por cuarta vez en cuatro años, en la que será la segunda repetición electoral de la democracia.

 

En un sentido constitucional, el artículo 99 de nuestra Carta Magna recoge el procedimiento a seguir en los casos en los cuales las fuerzas políticas son incapaces de alcanzar el consenso per se.

 

En efecto, he aquí dónde comienza mi reflexión. ¿Está el artículo 99 armonizado con el contexto social y político actual? Pues la repuesta no está del todo clarividente, a mi modo de ver; está claro que la funcionalidad del artículo 99 CE ante casos de resultado electoral fragmentado provoca situaciones de bloqueo y negociaciones cruzadas que son dignas de ser resueltas por quienes constitucionalmente tienen atribuidas tales funciones. En este caso, ha supuesto un acicate, un verdadero obstáculo el precepto por cuanto que no responde a la actual realidad parlamentaria, y en consecuencia, lleva nuevamente a los españoles y españolas a las urnas el próximo 10 de noviembre. Persisto en el convencimiento de que todo el engranaje constitucional e institucional está pensado para el bipartidismo y no es eficaz ante la palpable aparición de numerosas formaciones políticas. Sin embargo, no deja de parecer una fiesta infantil en la que los políticos temen consensuar direcciones in extremis.

 

Posiblemente la experiencia constitucional de una legislatura que nunca arrancó y de otra a la que le costó hacerlo varios meses sea el precio que hemos tenido que pagar para aprender a vivir en un sistema parlamentario que ha dejado atrás las certidumbres del modelo mayoritario y camina ahora por otro más proclive a la regeneración del Parlamento y a las virtudes del consenso.

 

Esta situación ha causado crispación en toda la población, como es natural. La rabia, la desolación, el desasosiego se han apoderado de mí a la vista de la falta de inoperancia y responsabilidad política con la que han obrado nuestros representantes. Es rídiculo. Nada se entiende. Es una carrera con el acelerador pisado y el freno roto que no va hacia ninguna parte. No me sorprende cuando las encuestas publican sensaciones del sabio populacho señalando que la política les aburre, les genera desconfianza, desafección, indiferencia. Es natural. Esto va a provocar que todas estas sensaciones crezcan sin coto. Es absurdo gastar ingentes cantidades de dinero PÚBLICO en nuevas elecciones. Nosotros ya hicimos nuestro trabajo, nosotros ya cumplimos con nuestra obligación/derecho; hemos ido a las urnas a votar. Simplemente hace falta una cosa: Responsabilidad política.

 

En suma, gasten poco en campaña por decencia democrática y no culpabilicen a la Constitución de la infantiloide manera de vuestra gestión.

Comentarios (1)