Por qué los tipos de interés dominan 2025: las claves según Julio Alonso Ortega

La economía mundial atraviesa una coyuntura crítica. Tras casi cuarenta años de descensos continuados en el coste del dinero, asistimos ahora a un cambio de ciclo: las ratios de endeudamiento público se encuentran en máximos, la inflación reaparece y las decisiones de los bancos centrales pesan más que nunca.
¿Por qué resulta tan decisivo este contexto? ¿De qué manera los tipos de interés condicionan los mercados, la inversión y el valor de las divisas?
Para despejar estas incógnitas, conversamos con Julio Alonso Ortega, economista grancanario y socio de la consultora Qabas, quien desgrana para Lancelot Digital las claves de esta nueva etapa económica global.
PREGUNTA. ¿Por qué es tan relevante en este momento hablar de los tipos de interés y su impacto en la economía global?
RESPUESTA. Hemos llegado a un momento decisivo. Tras casi cuarenta años con tipos de interés descendentes, la tendencia está cambiando. Los gobiernos están muy endeudados y eso altera las reglas del juego. Cuando los tipos suben o bajan, afectan directamente a la inversión, al gasto público, a la inflación e incluso al valor de las monedas. En esta nueva etapa, los tipos de interés están marcando muchos de los movimientos del mercado.
P. ¿Cómo funcionan los tipos de interés como “precio del dinero”?
R. Los tipos de interés son el precio del dinero en la economía. Si hay mucha liquidez (dinero disponible) y poca demanda de crédito, los tipos tienden a bajar; si el dinero escasea o mucha gente lo pide prestado, suben. Como en cualquier mercado, los tipos reflejan la oferta y la demanda de dinero. Los bancos centrales fijan su tasa oficial a corto plazo, pero al final son las fuerzas de mercado (ahorro versus inversión) las que determinan los tipos reales a largo plazo.
P. ¿Qué papel juegan los bancos centrales en todo esto, y qué ocurre si intervienen intentando controlar los tipos largos?
R. Los bancos centrales deciden los tipos a corto plazo (su tasa de referencia), pero no pueden controlar directamente los tipos a largo plazo del mercado. Si intentan mantener bajos artificialmente los rendimientos largos, el mercado reacciona vía el tipo de cambio. Por ejemplo, en Japón vimos que cuando el Banco de Japón sostenía muy bajos los bonos a 10 años mientras la inflación subía, cada vez que intervenía para frenar esos rendimientos el yen se desplomaba. Todo esto enlaza con lo que se conoce como trilema monetario: cuando se presiona un frente –tipos, divisas o flujos de capital– la tensión acaba saliendo por otro. Ese caso demuestra que si fuerzas los tipos largos, la moneda se devalúa como “válvula de escape” para equilibrar la situación.
P. ¿Qué implica ese llamado trilema monetario entre tipo de cambio, flujos de capital y política monetaria?
R. Es un concepto fundamental: no se puede mantener simultáneamente tipo de cambio fijo, libre movimiento de capitales y plena autonomía en la política monetaria. Siempre hay que renunciar a uno. Por ejemplo, EE. UU. deja flotar el dólar y permite libre flujo de capitales, manteniendo independiente su política monetaria. China, en cambio, fija su moneda al dólar y restringe el flujo de capitales para manejar su política interna. Cada país escoge qué objetivos prioriza (estabilidad cambiaria, control doméstico o integración financiera), pero no puede tener las tres cosas a la vez.
P. Los mercados financieros están en máximos históricos, ¿qué relación tiene esto con el contexto de tipos y liquidez?
R. Hay una conexión muy estrecha. Ahora mismo la bolsa de EE. UU. (el S&P 500) está cerca de máximos históricos, mientras la deuda pública mundial sigue al alza. Esto se explica por la abundante liquidez: con tanto dinero barato disponible, los inversores compran activos y elevan sus precios. El problema es que, con valoraciones tan altas, un pequeño cambio en los tipos de interés puede provocar fuertes movimientos en los mercados. En definitiva, la salud de la bolsa hoy depende más de la liquidez y de los tipos de interés que de los resultados de cada empresa. Como digo, tipos y divisas son dos caras de la misma moneda: ambas determinan el valor real de las inversiones.
P. Y finalmente, ¿qué significa todo esto para Canarias, en términos de presupuestos y financiación?
R. Con el bono español a diez años rondando el 3,3%, cualquier vaivén se propaga a Canarias. Si el Tesoro paga más, el sistema de financiación autonómica se estrecha y el presupuesto insular pierde pulmón. Canarias, autorizada a emitir hasta 707 M€ de deuda hasta 2025, se financia casi al mismo tipo que el soberano, de modo que la curva nacional marca nuestra factura de intereses. Incluso los bonos RIC 2024 —cupón fijo del 0,5 % gracias al incentivo fiscal— ajustarán su atractivo si la referencia sube: seguirán siendo ventajosos, pero la refinanciación futura costará más. El REF y la ZEC acolchan, sí, pero la salud financiera del archipiélago depende, milímetro a milímetro, del precio del dinero.