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Balance de un año con pocas alegrías

 

  • Lancelot Digital
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    El 2022, el año que termina, supone el cierre de una legislatura política que, entre la pandemia, que afectó a todos los sectores económicos, pero sobre todo al turismo, y la falta de gestión en los grandes retos que tiene pendientes la isla, nos dejó pocas alegrías. Tampoco ha ayudado demasiado la política de retrovisor que ha llevado a cabo el PSOE. Todo ello nos impide decir que los últimos cuatro años han sido positivos. No lo han sido. Es cierto que la fortaleza de Lanzarote como potencia turística es lo que nos ha salvado de algo peor. Ahora toca avanzar, dejar atrás el pasado y empezar un nuevo ciclo político, con lo que voten los lanzaroteños en los próximos comicios, y que de verdad nos sirva para avanzar. Ojalá sea posible llevar a cabo proyectos que se han quedado en la gaveta, Plan general de Lanzarote, Plan Especial de La Geria, Plan de Arrecife, carreteras, saneamiento … y otras muchas necesidades urgentes que siguen esperando.

     

    Gastronomía excelsa

     

    No todo ha sido malo. Es innegable la excelente publicidad que supone para la isla el nuevo programa del chef José Andrés, que se verá a lo largo y ancho del planeta, no cabe duda de la importancia que han tenido para la isla eventos como el Saborea Lanzarote o la Wine Run, puestas en marcha por gobiernos anteriores de signo nacionalista. Estas iniciativas han puesto en el mapa gastronómico a Lanzarote y han atraído a numerosos turistas que disfrutan con nuestros productos gourmet, antes poco conocidos. Lo cierto es que en la actualidad, una de las razones por las que los turistas eligen un lugar, al margen de su clima y sus playas, es su gastronomía. Nosotros ya teníamos lo primero, pero ahora también contamos con una oferta culinaria que nos diferencia. Al margen de si la Feria de Gastronomía Volcánica era o no era un sucedáneo del Saborea Lanzarote, y de toda la polémica generada al comparar ambas, esperamos que la lógica se imponga y se acaben manteniendo tanto una como otra, ya que no son excluyentes. En caso de querer eliminar la segunda, el gobierno de turno se iba a encontrar una gran oposición. Ni el mundo gastronómico, ni la ciudadanía lo entendería. No cuando se trata de un evento ya consolidado y exitoso.

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