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La polémica del mercadillo de Arrecife

 

El motivo que puso en marcha la polémica originada en torno a la externalización de los mercadillos de Arrecife no está exento de lógica. Efectivamente, la intención del concejal de Turismo y Comercio del Ayuntamiento de Arrecife, Armando Santana, era buena. Pretendía, de hecho, mejorar la imagen de estos mercadillos capitalinos, especialmente de los que se ubican en torno al Charco los miércoles y los jueves, ya que no es la más adecuada para una ciudad que pretende mejorar su deteriorada imagen turística.

 

 

Un mal año para una buena idea

La idea de que una empresa se encargara, tanto del montaje de las carpas, como de la gestión del mercado era buena. Lo que no era tan bueno, quizás, es el momento elegido para adoptar esa medida. Ese fue, tal vez el error, ya que, en época de pandemia, los responsables de los puestos del mercadillo no han tenido precisamente demasiados beneficios y aumentar la tarifa por puesto puede resultar excesivo por el momento actual que vivimos. Este era, por tanto, un mal año para una buena idea. Pero más allá de la externalización o no, lo que está claro es que la imagen de los mercadillos, sobre todo el de los miércoles y jueves en el Charco de San Ginés, debe mejorar y cuánto antes mejor. Tampoco tiene lógica que la actual organización de los mercadillos, con ocupación de espacios públicos, encima esté costando dinero a todos los arrecifeños. Cuesta más todos los meses organizar el mercadillo al Ayuntamiento que lo que obtiene por las tasas que cobran actualmente a los mercadilleros.  Lo peor de la polémica de la externalización es que ya ningún otro político se atreva a retomarla por miedo o la presión social. Ya tuvimos el ejemplo de la externalización del servicio de las guaguas municipales de Arrecife que la demagogia política evitó. Ahora tenemos guaguas viejas y un servicio deficiente.

 

 

 

El pasaporte verde europeo, más cerca

La noticia de la puesta en marcha del pasaporte de vacunación, que se ha llamado “Certificado UE COVID-19”, es una de las mejores que ha recibido el sector turístico en los últimos meses.  Su entrada en funcionamiento, algo por lo que habían apostado las autoridades canarias desde un primer momento, va a permitir que se vuelva a poder viajar con una cierta normalidad. El documento, que podrá emitirse en formato digital o en papel, indicará que la persona ha sido vacunada contra el coronavirus, o que cuenta con un test negativo reciente, o que ha superado la enfermedad. En ningún caso el certificado COVID-19 podrá utilizarse como documento de viaje ni convertirse en condición necesaria para la libre circulación, subrayan los eurodiputados.

 

 

Incertidumbre poco conveniente

La única crítica que puede hacerse a este nuevo pasaporte es la incertidumbre existente hasta este mismo momento. Lo que esperamos es que ahora todos los países de la UE respeten lo acordado. No tiene demasiado sentido que cada país vaya por su cuenta. Debe ser la Unión Europea la que dictamine para todos sus miembros las condiciones de estos viajes, dónde se puede viajar y no dejar margen de duda. El objetivo es que todos tengamos las mismas normativas y se pueda normalizar la situación de una vez por todas. 

 

 

Pesimismo en el sector turístico de cara al verano

Que la vacunación es la clave para normalizar la actividad turística y poner en marcha la economía del país y de la isla, es un hecho del que nadie duda. Sin embargo, existe un cierto pesimismo por parte del sector sobre el verano. Cuanto más se acerca la temporada de verano, más escépticos se muestran y es lógico, si se tiene en cuenta la falta de concreción en las políticas turísticas. La incertidumbre es lo peor para un negocio y eso es precisamente lo que ocurre con la Covid-19. Nadie a ciencia cierta puede decir que en verano se podrá viajar sin restricciones. De ahí que la mayoría de los hoteleros de Lanzarote no tengan claro si les conviene abrir en unas semanas o no. Más bien, por lo que ven y el desconcierto que reina, la mayoría cree que lo mejor es esperar hasta la temporada de otoño. Los hoteleros querrían abrir cuanto antes, están todos en una situación límite y cuanto más tiempo estén con las puertas cerradas, más pierden. Pero la realidad se impone a las ganas. Así y todo, tenemos confirmado que algunos hoteles tienen la intención de abrir para agosto. Parece ser que este  es el caso del nuevo Hotel Fariones que ya lo hizo el pasado verano sin mucha suerte.  Recemos.

 

 

 

Las palmeras piden agua

El palmeral de Lanzarote continúa en situación crítica. A pesar de que se ha notado un cambio de actitud y mayor interés por parte del Cabildo de Lanzarote y de algunos ayuntamientos, como el de Yaiza, que ya ha puesto en marcha tratamientos fitosanitarios para las palmeras afectadas por el picudín, el problema continúa. Y es que el mayor lastre que arrastran las palmeras de la isla es la desidia con la que se las ha tratado. Más allá del picudín y de los hongos, el problema sigue siendo el riego y, en esto coinciden la mayoría de los expertos: tanto los hongos como el picudín se han apoderado de las palmeras porque éstas estaban débiles por falta de agua. Muchas no han recibido agua, más allá de la caída del cielo, durante años.

 

Salvar el palmeral

Tantos años sin agua han provocado que las palmeras se volvieran frágiles y presa fácil para los agentes externos. Se echa de menos una política activa insular, y esto no es cuestión de partidos, sino de prioridades. Hace falta que el Cabildo de Lanzarote ponga en marcha un plan, junto con los ayuntamientos, de tratamiento, poda y riego del palmeral con el objetivo de recuperarlo. Además, habría que quitar las que ya están muertas o en muy mal estado y trasplantar otras de las que tiene la Primera Corporación Insular en su vivero en Haría. Hay que salvar el palmeral y hay que hacerlo antes de que la situación sea irremediable.  Es bueno presumir de Isla Reserva de la Biosfera, pero a veces hay que demostrar que es algo más que un título.

 

 

Retirada de los molinos de Montaña Mina

El Ayuntamiento de San Bartolomé ha iniciado los trámites para retirar los primeros molinos que se instalaron en la isla, allá por el año 1992. Llevan varios años sin funcionar y dando una mala imagen. El propio Tejera señalaba que el parque se encontraba obsoleto desde hace bastante tiempo y consideraba inconcebible mantener un impacto visual sin contraprestación en generación energética.  Una mala imagen que estaba durando mucho tiempo. Nos alegramos de que el equipo de Tejera haya buscado una solución.

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