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Inmigración, la tragedia que no cesa  

 

Bachir Mansur, Walli Maghribí, Bah Meisara y Hadj Malik, todos inmigrantes arraigados en Lanzarote, hablan del fenómeno migratorio, de las causas y de las posibles soluciones

 

  • Lancelot Digital
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    Cuatro personas, cuatro países de origen, un mismo destino. Unos llegaron en avión, otros en patera. Unos siendo menores de edad, otros con un contrato de trabajo bajo el brazo. Todos han hundido sus raíces en Lanzarote y son ya parte de esta tierra, donde trabajan, viven y ven crecer a sus hijos. La inmigración, en ocasiones mal conocida, genera temor en gran parte de la sociedad, tal vez porque se desconoce la situación y la realidad que atraviesan quienes dejan sus países para tratar de vivir mejor.

     

    Un total de 24 pateras llegaban a Lanzarote el pasado año, y sólo el primer día del 2020, lo hacían hasta 60 personas en dos pateras. Unos días después fallecían dos bebes, uno de ellos nacido en la propia patera. La situación roza la tragedia y no parece que tenga fin. ¿Hasta cuándo hay que dejar morir a la gente en alta mar? ¿Qué soluciones existen? ¿Tiene África gran parte de la responsabilidad? Éso es lo que se planteaba en enero en Lancelot Televisión dónde debatían sobre el tema Bachir Mansur, representante de la comunidad saharaui en la isla de Lanzarote, Walli Maghribí, representante de la comunidad magrebí, Bah Meisara, representante de la comunidad mauritana y Hadj Malik, representante de la comunidad senegalesa.

     

    No todos llegaron al mismo tiempo, ni por los mismos motivos. Mansur explica que llegó a Canarias en 1982.  “Yo nací en el Sáhara, la provincia 53 de España. Llegué a Canarias para estudiar Ingeniería Industrial, hice el peritaje en Las Palmas y llegué a Lanzarote en 2001. Siempre he tenido nacionalidad española y llegué aquí a recuperarla”, explica.

     

    Walli Maghribí llegó a Fuerteventura en 1999, “me trasladaron a Las Palmas y a Lanzarote llegué en 2004. Llegué siendo menor en patera y mi experiencia fue buena. No fue fácil integrarse a otra cultura y a otra ciudad que no es la tuya, pero hoy en día doy las gracias por todo”, explica. “En cuanto a los motivos, hay muchos para venir, personalmente yo estaba estudiando y quería mejorar”.

     

    El mauritano Bah Meisara llegó en 1999, en avión y con un contrato, a Gran Canaria. “Soy músico profesional y llegué con un visado para la celebración del 42 aniversario de la fiesta de la independencia de Mauritania. Al llegar, se interesaron por mí y me ofrecieron un trabajo y me quedé. Primero trabajé en el hotel Tesina de La Gomera, después me llamaron de Lanzarote para tocar música jazz. Yo tenía un visado de seis meses, pero salió una ley con Zapatero que si llevaba un tiempo trabajando en España podía conseguir los papeles, y eso hice. Por suerte, obtuve fácilmente la residencia y la nacionalidad”, señala.

     

    Hadj Malik llegó a Ceuta en julio de 1996 y de ahí fue a Córdoba. A Lanzarote llegó en el año 2000 y desde entonces, prácticamente, trabaja ocupándose del mantenimiento de un hotel de la isla. “Mi experiencia ha sido buena. Cuando alguien emigra y solo lo hace por dinero, creo que algo falla. No está bien. Yo me enriquecido con el país, con las personas, con la cultura… no importa dónde uno nace sino dónde se hace. Mi experiencia en este país ha sido muy positiva. Somos nosotros los que tenemos que buscar la integración, romper las barreras del desconocimiento y tender puentes. Yo hice eso y, la verdad es que mi experiencia ha sido buenísima”, asegura.

     

    Canarias, una población acogedora

     

    Saben, todos ellos, que los canarios pertenecen a un pueblo que se vio obligado a emigrar y, por tanto, creen que eso ha contribuido a una mejor aceptación, en general, del que llega de fuera. “El pueblo canario es muy receptor y tolerante con la inmigración. Creo que no hay grandes conflictos y los que hay los generan más los medios de comunicación y los propios políticos”, explica Mansur. “Son ellos los que, en sus debates, generan el rechazo a los países del mal llamado tercer mundo. Países que no tienen democracias. El inmigrante europeo no se ve como un inmigrante”.

     

    Maghribí asegura que ha tenido una experiencia muy buena. “No todo el mundo que conozco está integrado, pero la mayoría de los que llevan más de quince años aquí, lo están. Nosotros estamos en nuestra tierra, en nuestra isla, trabajamos por ella y nos sentimos en casa”, explica. “En Lanzarote puede haber unas 8.000 personas procedentes de Marruecos y en Canarias, unos 50.000. Los marroquíes estamos totalmente integrados en Canarias”.

     

    Desde el punto de vista de Meisara, los canarios lo han tratado como a uno más desde el primer momento. “Yo siempre me he sentido muy integrado. No vine para quedarme, pero me recibieron muy bien, nunca, jamás me he sentido mal, nunca he sentido el racismo, me casé con una conejera. Me siento muy bien aquí”, señala.

     

    Malik, que pertenece a la Ejecutiva Insular del Psoe, coincide en señalar que el mayor malestar que ha sentido ha llegado de la mano de los propios medios de comunicación y de algunos políticos. “Los medios tienen una responsabilidad importante en los términos que utilizan al hablar de la inmigración. Si dijeran desplazamiento poblacional en lugar de avalancha de inmigrantes… la cosa cambiaría bastante”, explica. “La carga negativa de esos términos alerta a la población de una especie de invasión”.

     

    Para Malik la integración no es algo que suceda de hoy para mañana. “Debe ser algo paulatino que se produzca con pasos firmes y seguros, pero dentro del marco que el derecho permite. Los cambios se ejercen siempre desde dentro. Aprovecho para decirles a los más jóvenes que participen, que sean responsable, que no se limiten a ser ciudadanos pasivos. El futuro es de ello, y deben formar parte de él”.

     

    La información, receta contra el miedo

     

    Sobre el posible temor de una sociedad a una inmigración incontrolada y la necesidad de defender lo que creen que es suyo, consideran que la base es una buena información. “La sociedad debe saber porqué se produce esa inmigración. Hay que explicar porqué la gente huye, por política, por guerras, por miedo, por hambre…  No hay que asustar a la gente, hay que explicar las causas de esos movimientos”, señala Mansur. “La situación es dramática. Muchas de esas personas no llegan nunca y sus familias se han hipotecado para intentar llegar a España”.

     

    En este sentido, Walli Maghribí se muestra partidario de una regularización de la inmigración para evitar ese sentimiento de temor entre la población. “El coste de venir en patera depende del punto de partida. Pueden ser 600, 800 o más de mil euros. Pero las mafias existen y los patrones son traficantes de personas que viven de eso”, explica. “Yo conozco mucha gente que después de pasar el infierno de la travesía, son devueltas a casa. La mayoría de los que son mayores de edad y se han gastado un dinero que les ha supuesto meses de esfuerzo para nada. Y aún así, lo intentan otra vez. Para frenar esta situación debe hacer un convenio para regular la situación. Venir en patera es un horror”.

     

    La idea del convenio es compartida por los cuatro. “Hacer este viaje de manera regular cuesta más todavía por eso la gente prefiere jugarse la vida en el intento”, afirma Bah Meisara.

     

    Hadj Malik quiere agradecer el trato humano del Hospital de Lanzarote a las mujeres que llegaron hace apenas unas semanas a Lanzarote y que perdieron en el recorrido a sus hijos. “Debo decirle a todos aquellos que, en ocasiones, se han sentido discriminados, que piensen en personas como las que trabajan en el hospital, como Encarna, enfermera, o Carmen, trabajadora social, que ponen su tiempo libre y todo su conocimiento para hacer que quienes llegan en estas terribles circunstancias se sientan algo mejor”, asegura. “Ellas marcan la diferencia”.

     

    Malik explica que el éxito del modelo migratorio en algunos países como Canadá, donde residió durante un tiempo, se basa en el concepto. “Ellos no buscan mano de obra, buscan ciudadanos. Y celebran la llegada de inmigrantes con una bienvenida oficial. Pero el éxito está basado en el control de sus fronteras”, explica. “Pasan también apuros para llegar, algunos de manera regular, la mayoría, porque ellos han exteriorizado todos los trámites de la contratación. Creo que el mismo concepto de cómo se recibe la inmigración cambia la manera de aceptarlo de la población”.

     

    “En Lanzarote conviven más de noventa nacionalidades diferentes. Realmente alguien puede imaginar un concepto de odio contra todas estas nacionalidades… no tiene sentido”, añade.

     

    Regular para evitar la corrupción

     

    Los cuatro coinciden en la corrupción que existe, tanto en África, como en los países desarrollados.  “La corrupción y las mordidas están a la orden del día. Si se controla el acceso de manera legal, los problemas se reducirían”, señalan. “Los gobiernos africanos, en mi opinión, están controlados por mafiosos, al menos en Mauritania. La gente se muere de hambre. Si se quitaran las mafias de los gobiernos, se reduciría la inmigración ilegal”, explica Meisara”.

     

    Malik va más allá. “Toda la culpa la tenemos los africanos. Las guerras, la colonización, dejaron destrozos económicos y sociales. Después llegó la poscolonización, es decir, sois independientes, pero no los sois. Para ayudar a África, lo primero es dejarles que anden solos. Es un país rico en recursos naturales y económicos de los que se benefician otros países, como Francia. Ellos nos monopolizan como ex - colonias francesas”, señala. “Yo creo que las ayudas económicas que llegan a África desde Europa deberían estar sujetas al control de sus propias fronteras. “Creo que los fondos de ayuda al desarrollo no llegan realmente a las familias que lo necesitan, sino a los allegados de los propios gobernantes. Cuando esos pueblos tengan lo mínimo para vivir dignamente, no habría tanta inmigración. Si pudiéramos vivir dignamente en nuestra tierra, no habría inmigración, de hecho”.

     

    El Cabildo, desbordado

     

    Lanzarote comenzaba el año experimentando un nuevo repunte en la llegada de inmigrantes irregulares. Por ello, el Cabildo se vía obligado a utilizar todos los inmuebles de que dispone para albergar a menores, mujeres y varones. La situación se ha vuelto prácticamente insostenible y los recursos de Lanzarote son insuficientes, motivo por el que, desde el Cabildo se pedía mayor solidaridad no solo a otras islas del Archipiélago sino también a otras Comunidades Autónomas del Estado.

     

    Medidas suplementarias

     

    El presidente de Canarias Ángel Víctor Torres, afirmaba en enero que el incremento de la llegada de migrantes irregulares a las costas de las islas que se vive desde hace meses exige la aplicación de "medidas suplementarias". Entre ellas, señalaba “una mayor inversión en origen para evitar que quienes se suben a esas pateras salgan de sus países".

     

    Torres recordaba que las salidas de estas embarcaciones se han conseguido reducir en un 40% aunque ha abogado por nuevas medidas para que las devoluciones sean mucho más ágiles administrativamente.

     

     

    La inoperatividad del SIVE, la situación de los menores no acompañados y los espacios para albergar, de forma digna y segura, a los inmigrantes, son las principales preocupaciones de los dirigentes canarios que se encuentran desbordados.

     

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